LIBERAL SIN NEO

La maquinaria subyacente

Si el Gobierno tiene en sus planes iniciativas trascendentes para causar cambios positivos significativos, los tiene bien guardados, no ha sabido comunicarlos o han pasado inadvertidos. A más de un año y medio de asumir el poder, no es posible discernir de qué manera el gobierno actual es sustancialmente diferente de sus antecesores. Cambió el presidente, cambiaron los ministros, jefes y funcionarios a la cabeza, pero la forma de operar del sistema parece estar intacto. Atrás quedaron las ofertas de campaña, los temas puntuales que serían abordados, las acciones específicas que se tomarían y las políticas creativas para enderezar el destino del país. Lo que hay es el mismo concentrado que se sirve los tres tiempos todos los días en cada gobierno nuevo; fortalecer, impulsar, promover y reactivar. Pero estos verbos no surten efecto sobre la producción, el empleo, el desarrollo y calidad de servicios, sino sobre los patrimonios, ingresos y negocios de la élite que dirige la cosa pública. Estos se ven fortalecidos, impulsados, promovidos y reactivados. Lo mismo puede decirse del Congreso. La maquinaria subyacente es la misma, ya con décadas de práctica, evolución y aprendizaje en la creativa ciencia del ordeño.

' En lugar de la palabra vacuna podría usarse pasaporte y la noticia sería muy parecida.

Fritz Thomas

El tema del día, la vacuna, es sintomático de la maquinaria subyacente y una iteración del sistema prevaleciente. El Gobierno promete un bien o servicio que brindará en exclusivos centros de distribución o aplicación, con largas colas, falta de suministro y eficiencia, que resulta ser un gran negocio captivo para los principales engranajes en la cadena de decisión. Altos porcentajes del bien, sobrevalorado, no aparecen o tomaron rumbo desconocido. En lugar de la palabra vacuna podría usarse pasaporte y la noticia sería muy parecida. La turbulencia que rodea la vacuna es la misma que ensombrece el sistema de salud pública y es otra iteración del sistema de educación pública; desde el centro de poder burocrático se decide qué se da, dónde se aplica y él mismo lo suministra… y es gratuito.

La dependencia de ruta, la tendencia de las instituciones a comprometerse a mantener cierto camino y desarrollo como resultado de sus propiedades estructurales, o de las creencias y valores que les dieron forma, es clave para explicar el crecimiento y permanencia del sistema, por qué las instituciones en la vida política no cambian tanto como podría esperarse o desearse. El gobierno como organización, independientemente del cambio de actores, tiene cierta inercia, tanto en sus formas como en los incentivos de negocios y oportunidades de enriquecimiento que brinda su operación.

Los sistemas y organizaciones de administración de justicia, educación y salud pública, por ejemplo, sufren dependencia de ruta. Existe un compromiso institucional de hacer las cosas de cierta forma, además de una manera de apreciarlas y entenderlas y no parece posible desviarse de esa ruta, a pesar de la evidencia que ofrece la experiencia, que esas formas no brindan los resultados que se buscan. Por otra parte, hay fuertes incentivos enquistados que aíslan a los sistemas del cambio; hay quienes se benefician de ellos. ¿Puede cambiar fundamentalmente el IGSS? Difícil, por la dependencia de ruta.

La corrupción, ese perverso fenómeno tan profundamente incrustado en el sistema, tiene una poderosa dependencia de ruta. Es tal su magnetismo y fuerza gravitacional que domina ideales, principios, atención y acciones, atrae y conquista a nuevos jugadores que entran al sistema. ¿Quién dirigía la comisión contra la corrupción en el gobierno de OPM? Baldetti y Monzón.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).

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