CATALEJO
La responsabilidad para enfrentar el virus
Un caso de coronavirus ya existe en Guatemala. Ello no significa abandonarse al pánico sino prepararse para tomar las decisiones urgentes e indispensables. Nadie está libre en la población adulta, sobre todo. Señalarlo no es ninguna novedad ni es nuevo. La pandemia ya es oficial en el mundo y ello es un tapabocas para quienes, en su ignorancia, lo calificaron hace pocos días de una exageración periodística. Esta absurdez se ha cambiado con otra, proveniente de al menos un periodista europeo: no se debe informar porque los casos son muy pocos y ello no solo provoca el pánico, sino causa pérdidas económicas. La realidad es evidente y sobre todo innegable. Las medidas preventivas deben ser cumplidas como se ha sugerido por autoridades científicas de todo el mundo.
' Alejandro Giammattei tiene la oportunidad de abandonar el débil y efímero criterio de político, por el de médico, sólido y multicentenario.
Mario Antonio Sandoval
Las autoridades chinas aseguran haber puesto bajo control al alfavirus e incluso haber cerrado los hospitales construidos en tiempo récord. Pero es claro el casi total colapso de Europa, los terribles efectos en las bolsas de valores de todo el mundo. El futuro de este comenzó con el aparecimiento del primer caso, en China. Enfrentar la crisis tiene muchas lecturas: aceptarla, para así avanzar en solucionarla. También aceptar la dolorosa realidad del país, con sus amargas condiciones de salud, educación, nivel cultural, de forma de ser como grupo humano. Sigue sin entenderse la urgencia de la unidad nacional y del abandono de las diferencias ideológicas, económicas. Todos nos hundiremos, pero para entenderlo se necesita mucha inteligencia, serenidad y aceptar además la desagradable y mortal realidad, imposible de vencer sin la ayuda de países amigos.
Las diversas agrupaciones sociales deben participar en conjunto, como consecuencia de la madurez de las élites, traducida al abandono de sus posiciones radicales, atrasadas en el tiempo y, en general, indefendibles ante una realidad llegada de súbito. Hace apenas un mes nadie hubiera soñado en el virtual colapso de las bolsas, ni en Miami con aeropuertos vacíos, o España e Italia con calles igualmente solitarias. En este momento resulta ridículo discutir sobre la presunta culpabilidad de científicos de determinados países para causar problemas económicos a los gigantes de Asia y de Europa, o de una política china de regar el virus para adquirir a precio de quemazón acciones de empresas estadounidenses o europeas. Ya está por ahora fuera de control.
El gobierno guatemalteco ya empezó a actuar y merece ayuda porque alcanza a todos. Pero no hay recursos suficientes, la corrupción domina y mucha gente está dispuesta a aprovecharse. El país carece de liderazgos. Las instituciones estatales, por ejemplo el IGSS, también necesitan de apoyo generalizado. Los ciudadanos con mayores riesgos son los de la tercera edad. Se debe aprovechar la ayuda intrínseca de la prensa seria, así como castigar duramente a quienes en forma irresponsable inventen hechos y los divulguen por redes sociales. Los de mayor riesgo son a la vez los más débiles y los politiqueros deben abandonar su nefasta forma de actuar. Es necesaria una base ética por desgracia no suficiente compartida. (Escrito a las 4 pm del 15 de marzo)
El riesgo adicional es el de nuevas crisis montadas sobre la primera, ya conocida por su alcance mundial. En este escenario, el presidente necesita ayuda, pero debe actuar como médico, su vocación de vida, y no de político, por ser efímero. No se debe llamar a los bomberos hasta cuando el incendio se ha proliferado, por decirlo figuradamente. Finalmente, el voluntariado es un factor fundamental, no solo para actuar, sino para planificar acciones en base a experiencias, tanto personales como profesionales. Pareciera imposible, pero se trata en realidad de iniciar con un paso un camino de mil millas de longitud.