LA BUENA NOTICIA

La única riqueza

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Cuesta entender la censura a la riqueza y la exaltación de la pobreza en la enseñanza de Jesús. Hay numerosas frases suyas que señalan la riqueza como impedimento para la salvación y a los ricos como excluidos del Reino de Dios. Él también hace exhortaciones apremiantes a quienes quieren ser sus discípulos a que se desprendan de toda seguridad material para seguirlo. El episodio más conocido es aquel en el que un joven se le acerca para expresarle el deseo de seguirlo. Jesús examina la calidad moral de su vida y el hombre declara que ha sido observante de los mandamientos de Dios. Y Jesús lo aprueba, pero no basta. Le pide además, como condición previa para seguirlo, que se desprenda de todo lo que tiene de manera irreversible dándolo a los pobres. El hombre desiste de sus intenciones. Esa es la ocasión para que Jesús pronuncie aquella alarmante frase que dice que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los cielos.

' Las censuras de Jesús a la riqueza son de naturaleza teológica.

Mario Alberto Molina

Pero, por otra parte, en el grupo de Jesús se manejaba dinero. El “tesorero” era Judas. De él se dice que administraba la bolsa común, que no lo hacía con transparencia ni honestidad. Pero que esa bolsa servía tanto para las compras de lo que el grupo necesitaba como para dar limosnas a los pobres. Jesús además aceptaba el buen trato de sus amigos ricos.

Las advertencias de Jesús contra la riqueza no tienen raíz en consideraciones éticas. Jesús no censura la riqueza porque sea fruto de explotación laboral, de corrupción administrativa o de negocios ilícitos. En su planteamiento incluso la riqueza lícita, limpia y bien ganada constituye un peligro. Las censuras de Jesús a la riqueza son de naturaleza teológica. Los bienes materiales resuelven tantos problemas reales, satisfacen tantas necesidades legítimas, ofrecen tantas oportunidades deseables que fácilmente podemos considerar que ellos son “la salvación” del hombre. La riqueza visible y tangible parece más confiable y segura que el Dios impredecible e invisible, si de asegurar el bienestar en este mundo se trata. Y ese es el peligro contra el que Jesús quiere advertir, porque para él, la verdadera vida es la que se plantea en relación solo con Dios. Por eso mismo, cualquier otra realidad de este mundo que ocupe la mente y el corazón del hombre hasta el olvido de Dios es censurable así se trate de la promoción humana, el cuidado del ambiente o la justicia social.

Por eso mismo, la carencia de bienes no es, en el planteamiento de Jesús, ninguna meta que alcanzar ni ningún estado deseable, si es una pobreza sin Dios. Cuando Jesús pide despojarse de los bienes materiales es para que solo Dios sea el referente y la seguridad en la vida. Jesús llega a afirmar: “La vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”. Si no entendemos lo que Jesús quiere decir con la palabra “vida”, la frase parece un absurdo. Cada día constatamos que la vida cotidiana sí depende de la disponibilidad de recursos para comprar alimentos, para recuperar la salud, para construir viviendas, para obtener educación y satisfacer mil necesidades más. Pero si comprendemos que cuando Jesús habla de “la vida del hombre” se refiere a la comunión con Dios desde ahora y para siempre, entonces está claro que la benevolencia y la misericordia de Dios no se compran con dinero ni riquezas y que, por el contrario, estos bienes materiales tan poderosos pueden fácilmente ocupar el lugar de Dios en el planteamiento de vida. Su propuesta es que Dios sea el único referente del pensamiento y de la acción del hombre, su única riqueza. Y para lograrlo es mejor necesitar menos, vivir austeramente y centrar el deseo solo en Dios.

ESCRITO POR:

Mario Alberto Molina

Arzobispo de Los Altos, en Quetzaltenango. Es doctor en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico. Fue docente y decano de la Facultad de Teología de la Universidad Rafael Landívar.