PLUMA INVITADA
Lectura filosófica de la política
Política es una palabra cuya expresión originaria se refiere a una actividad en el ágora griega. Retórica o el arte de convencer. Ágora, plaza pública o mercado. Es concebido como un lugar donde no priva el conocimiento lógico, sino esa actividad que permite una vida civilizada. A lo largo del tiempo, con la extensión de los pueblos y modalidades en el actuar, el término fue adquiriendo muchos adjetivos que en suma fueron expresados como sustantivos, haciendo que el término perdiera todo su sentido real y original.
' La palabra escrita, sujeta a una exégesis y hermenéutica, vuelve conflicto entre lo moral y lo político.
José Miguel Argueta
Así, política cristiana, política maquiavélica, política clásica han llevado a la corrupción del término y las subsecuentes consecuencias sobre el individuo a quien se le expolia a través de impuestos para mantener tal o cual sentido interpretativo que, en lugar de convencer, se impone por la fuerza. El problema se agrava cuando el mismo se toma como sinónimo de Derecho o Estado de iure y se pretende que lo expresado tenga una calidad de objetivo inspirado por aquellos que se creen inmunes al error y al mal y dan a sus interpretaciones ese carácter objetivo.
El término, entonces, se usa como estrategia, cálculo egoísta o poder. También se usa en un sentido como garante del bien común de la justicia y equivocadamente reducido a la razón. Razón y política son términos yuxtapuestos y ajenos a lo honesto, a lo moral, a la seguridad. Su uso como utilidad de lo público ha llevado a las más grandes transgresiones en la historia de la humanidad. Los gobernantes renuncian al fuero de lo individual y lo individual se separa de lo público en el momento en que ha sido convencido y, por ende, debe recorrer el camino elegido y sus consecuencias no previsibles.
Por ejemplo, en la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, con niveles culturalmente distintos, la invasión de Lacedemonia un grupo neutral son invadidos por Atenas. En ese momento se rompe una justificación de bien común, útil y honesto, moral y necesario. Los atenienses argumentan a los Melos que los términos a los que ellos aspiran son sostenibles en condiciones de igualdad, pero no de desigualdad. Estos por el contrario ven que dicho sometimiento es un acto de cobardía y bajeza humana. La ciudad de Lacedemonia es destruida bajo el poder de Atenas y repoblada. Cualquier ser humano con poder ignora el orden social. En este caso, en política, no hay buenos ni malos. No se puede equiparar justicia frente a fuerza o equidad frente a conveniencia, honor frente a seguridad. Cualquier persona que haya leído República, de Platón, entenderá por qué él era enemigo de la democracia. Se vuelve un libertinaje de realismo, sin escrúpulos que en el momento que se adquiere desconoce los valores básicos de los individuos.
Por otra parte, contener política en una Constitución Política de una república conduce a lo que Nicolás I, en una política cristiana, siglo IV, compilada en Decretales Pseudo-Isidorianas, esta investía al Estado cristiano de poder, dignidad, gloria y fuerza sobre cualquier individuo, encapsulada en símbolos e insignias —como señal de humildad—. Esto justifica un fraude en sí mismo, porque como bien lo expresan los que se refieren a la parte dogmática de la Constitución de la República de Guatemala, sean abogados, filósofos, otorga una justicia intrínseca al Estado con sus efectos jurídicos y políticos. Obviamente, la palabra escrita, sujeta a una exégesis y hermenéutica, vuelve un conflicto entre lo moral y lo político, dejando en entredicho los valores de la comunidad para la cual fue constituida.
Ni los que dejan el poder o los que lo asumen en el 2024 deben dejar de lado el sentido de la política como acción de convencer con acciones orientadas a la transformación de la vida social de los guatemaltecos y evitar convertir a todo el que les es fiel en buscador de rentas y no en garante del orden social.