SI ME PERMITE

Los niños antes de generar deben involucrarse

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“Cada niño, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios no ha perdido aún la esperanza en los hombres”. Rabindranath Tagore
Si bien el 12 de junio de cada año se ha designado como el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, eso no implica que toda la niñez uno la estará ocupando en distracción juego y sin hacer nada que sea productivo. Lo importante es recordar que la niñez es una etapa muy determinante para cada ser, porque es la parte formativa que determinará cómo será el resto de su vida.

Nuestra tarea de mayores es educar al niño y no necesariamente estar usándolo para un beneficio propio por el simple hecho de que lo tenemos allí y es un recurso barato para poderlo aprovechar. Si el tiempo que ocupamos con los niños les permitimos que pueda ser para ellos una excelente oportunidad donde experimenten las diferentes actividades que la vida nos presente, ellos sabrán como involucrarse el resto de su vida, la cual será mucho más que productiva, gratificante.

Cuando entendemos el valor real de una auténtica convivencia, entendemos que cada uno está compartiendo en la medida de la capacidad y conocimiento de lo que puede hacer y ese tiempo se capitaliza como experiencia y si la experiencia ha sido correctamente asimilada y capitalizada se reflejará en lo productivo de la persona. Cuantos de nosotros hemos vivido la experiencia de tener que hacer algo, pero no podemos hacerlo y alguien se nos acerca y con mucha simpleza nos dice la frase mágica: “me permite, le puedo ayudar” y en unos minutos ha logrado lo que no hemos podido hacer nosotros.

Dependiendo con quien hemos vivido, que hemos visto hacer y el cómo se hace nos permite acumular la experiencia que en ningún lugar la documentamos, pero está con cada uno de nosotros y en el momento preciso lo podemos usar en bien propio y muchísimas veces en bien de los demás, simplemente porque es parte de nosotros. Eso no implica que está en un título que tenemos colgado en la pared y mucho menos la presentación que por ella misma define que podemos hacer.

Recuerdo hace años poniendo unos bultos en un vehículo cuando un señor con toda la formalidad se detuvo y me dijo: “caballero póngalos a lo largo para que tenga más espacio y no se le caigan”, además de agradecerle, lo miré y entendió mi interrogante a lo que añadió: “de niño me gané la vida cargando los camiones de una empresa”, eso es experiencia y a mí me favoreció, aun cuando la persona siguió su camino me dejó una experiencia simplemente involucrándose.

' El tiempo y esfuerzo dedicado al niño en el aprendizaje es una compañía hasta el final de la vida.

Samuel Reyes Gómez

En nuestra sociedad moderna debemos aceptar que por muchos aprietos económicos que tenemos, los niños no deben trabajar para generar ingresos, lo que debemos buscar es que se involucren para que aprendan un oficio desde pequeños. Es necesario modificar las modalidades, simplemente cambiando el criterio “yo no trabajo, estoy ayudando a mis papas”. Esa afirmación hace un mundo de bien en el interior del niño para el resto de su vida.

Nosotros debemos ser una inspiración a cada niño que tenemos en nuestro derredor para que ellos se acerquen y se involucren en lo que estamos haciendo; entendiendo que si nosotros primeramente los aceptamos y los guiamos para que participen en lo que estamos haciendo será un capital que el niño se llevará de por vida, además el recuerdo del tiempo que estuvo con nosotros porque se le concedió el espacio necesario.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.