Catalejo

Magnicidios y atentados, sus complejos misterios

Paulatinamente se irán conociendo detalles del intento de magnicidio sufrido por Donald Trump mientras hablaba al aire libre.

El atentado a Donald Trump, por milagro no convertido en magnicidio, comienza a ir mostrando sus misterios, sospechas, revelaciones y conjeturas. Algunos hechos están filmados gracias a la proliferación de cámaras fotográficas y de filmaciones instantáneas y numerosas. A esto se agregan declaraciones de testigos, lo cual deja pocas dudas ante lo ocurrido. Sin embargo, han comenzado a surgir preguntas situadas en el reino de la lógica, provenientes de políticos, ciudadanos comunes y corrientes, agentes del servicio secreto y del FBI, todos de alguna manera relacionados con la protección a los candidatos presidenciales y de un presidente en el ejercicio de su cargo. Las deducciones llevan a inquietudes, preocupaciones y turbaciones.


La primera filmación muestra al atentado en vivo y a todo color, con la víctima en actitud desafiante, el puño cerrado dirigido a la multitud, empujando a los agentes del servicio secreto, cuya reacción es muy rápida, pero no instantánea. Una foto posterior muestra a Trump tirado en el suelo, con la oreja ensangrentada como se vio desde el principio. Otro video permite ver al hechor, gateando en el techo y con un rifle en las manos, dirigiéndose al lugar donde el candidato hablaba, pero lo más preocupante es escuchar a un agente del servicio secreto afirmando tenerlo en la mira pero no disparar por no haber recibido la orden de hacerlo, así como a un ciudadano afirmando haber advertido a la policía, sin éxito. La implicación de estas dos afirmaciones es sobrecogedora.

Las deducciones llevan a inquietudes, preocupaciones y turbaciones.


El significado de este disparo de un arma tan letal como la utilizada puede tener efectos aun peores a los temidos: afianzar la violencia electoral, sobre todo entre los contendientes. Como todos los actos de violencia política de este tipo, existen pocas probabilidades de resolver el caso, como también ocurrió con los hermanos Kennedy y Luther King, quienes perecieron y los demás quedaron heridos y lograron escapar. La inmediata muerte de los presuntos culpables imposibilitó saber quiénes son los verdaderos autores, aunque sí se conozca la víctima. El tiempo pasa y ayuda al olvido total o parcial. Pero también demuestra los riegos de la venta indiscriminada de armas de fuego, consecuencia de una interpretación rayana en lo absurdo del derecho a su posesión.


Es de temer también la tradición de copiar todo aquello peligroso o inconveniente. Por ejemplo, la libertad sin ningún límite o adjetivo, pero no es lo único. Otro ejemplo de algo relacionado con el ejercicio de los dos más importantes cargos políticos de Estados Unidos es la falta de límites de edad para ser candidato. Sin ir muy lejos: la edad para ser presidente o vicepresidente. En Estados Unidos es de solo 35 años y doce de vivir allí. Vance tiene 39 años y por ello no podría ser candidato en Guatemala porque la edad mínima para ejercerlo es de 40. En este caso estadounidense, el problema es la poca experiencia para conducir la nave del país aún más poderoso del mundo. Como sea, cada vez saldrán a la luz pública nuevas situaciones desconocidas.


Un factor positivo han sido los llamados del gobierno estadounidense, funcionarios y al público en general a abstenerse de enviar mensajes propios, porque no hay garantía de certeza. La irresponsabilidad tendrá como inevitable resultado la confusión y la divulgación de mentiras. Las noticias deben provenir de fuentes oficiales y de medios serios y tradicionales de información, escritos o electrónicos. Se debe instar al público a no leer ni creer versiones absurdas, exageradas o falsas, tan comunes para “informar” de supuestos fallecimientos de cualquier persona de alto quilate político o calificada de “celebridad”. Y también es urgente y necesario castigar con una multa elevada o cárcel a quien se le compruebe e identifique de ser un irresponsable de estos.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.