CATALEJO
Muchos comentarios inesperados y violentos
Causan sorpresa los comentarios tan opuestos respecto de estas elecciones de Estados Unidos. Según el historiador británico conservador Neil Ferguson ganará Biden, con amplio margen, porque la economía está mal. El trumpismo quedará relegado a la internet o la televisión, como materia de entretenimiento. No será la elección más importante, sino marcará el fin de otra presidencia de un solo mandato. Sin embargo, los demócratas escogieron mal a su candidato y la doble presidencia de Obama fue un factor para la victoria en 2016 de Trump, entre cuyos logros está la disminución de tensiones entre Israel y varios países árabes, así como su firme posición personal en torno a China.
' Otro factor preocupante es la virtual aceptación a extremos antes impensables, de “en política todo se vale”. Y ese todo incluye demasiados elementos.
Mario Antonio Sandoval
Varios militares retirados, de muy alto rango, –generales, almirantes, dos secretarios de Estado, comandantes de fuerzas especiales en Afganistán, marines en la OTAN– han señalado sobre Trump que “la Constitución está en peligro… socava la institución del país… trata de dividirlo… debemos reinstalar las fundaciones morales… hay una anarquía progresiva… paremos su asalto a nuestros valores e instituciones… ningún presidente es dictador ni rey…” Un defensor de origen judío insta a reelegirlo por ser el presidente necesario hoy y califica su llegada de providencial, pero agrega: “me estremezco al escucharlo… es hombre más poco presidencial, pero es un líder… tiene valentía y sentido común… está comprometido con América… y es uno de los presidentes menos racistas”.
Para los moderados, Biden tiene techo de vidrio, por la intercesión de su hijo Hunter para que su padre, entonces vicepresidente, sostuviera una reunión con el dictador de Ucrania hace algunos años, con el fin de realizar negocios privados. Demostró la intención, al mejor estilo tercermundista, de aprovechar las influencias del cargo y dejó abierto el espacio para un ataque republicano en el peor momento: a pocos días de las elecciones. A causa de la bajeza compartida de los equipos de propaganda de los contendientes, la vida privada y los problemas de este retoño son conocidos en todo el mundo. Ello le resta su ganancia en el segundo debate sobre la incalificable separación de los hijos de madres indocumentadas, muchos de ellos desaparecidos mientras estaban en custodia de las autoridades fronterizas.
Biden también tiene flancos débiles por posiciones –inaceptables para muchos– de un partido demócrata dominado por grupos allá llamados liberales, pero realmente izquierdistas y populistas. No me cabe en la cabeza la idea de dar a hombres, mujeres, adultos, adolescentes o niños el supuesto derecho de decidir a cuál sexo desean pertenecer, un criterio apartado hasta la biología humana. Los simpatizantes o inscritos en cualquiera de los partidos se enfrentan con el difícil dilema de apoyar posiciones extremas, inaceptables en un país donde históricamente los ciudadanos tienden a apoyar posiciones situadas hacia el centro y dejar fuera a los fanáticos fundamentalistas políticos, y no se diga a los conservadores en el campo religioso.
Negociar indirectamente con países extranjeros ya no es motivo de derrota, ni tampoco pagar cantidades irrisorias de impuestos a pesar de ser alguien multimillonario. El efecto de estas hasta hace poco impensables realidades políticas será similar al latinoamericano, donde muchísimos votos obtenidos no son a favor de un aspirante, sino contra el otro, por castigo o rechazo. Guatemala es ejemplo de ello. Debido a situaciones similares de votos “anti” en otros países occidentales, no se puede borrar la posibilidad de una crisis en el concepto de la democracia como se ha definido desde hace un par de siglos, pero esto demuestra también el callejón sin salida donde se encuentra, un tema profundo cuya solución no estará muy cercana.