MIRADOR
“No te preocupes, mi vida”. Bueno, sí, un poquito.
Entre amigos, familiares y conocidos, sé de muchas personas que gustan de novelas colombiano-mexicanas que Netflix ha puesto de moda —como Narcos— y en las que resueltas y exuberantes mozas comparten escenas con malvados y fornidos rufianes. Quienes siguen esas interminables series gozan de momentos de tensión, pasión, criminalidad y dinero malhabido, amén de peculiares historias producto de la creatividad del guionista. Pero la realidad supera a la ficción y con la atención puesta en Netflix ignoramos, con peculiar malinchismo chapín, una realidad nacional más sabrosa y diversa, aunque igual de criminal.
' Desde la captura —y colaboración— de la Reina del Sur, las fichas del dominó han ido cayendo poco a poco.
Pedro Trujillo
La detención en USA del candidato presidencial de la UCN, Mario Estrada —y de González Mayorga—, añade al enredado guión nacional un capítulo que muestra que los narcotraficantes trabajan mejor con un gobierno cómplice, y los políticos necesitan de ellos para financiar sus campañas. Y como un clavo saca a otro, olvidamos que el también candidato presidencial Baldizón está bajo control del FBI y el otrora presidencial Sinibaldi, en busca de captura internacional. Un país con tres candidatos presidenciales detenidos o buscados por lavado de dinero o narcotráfico es otro récord mundial que desconocemos, pero del que no se desentienden inversores ni agencias de análisis de riesgo financiero. A los “protagonistas” citados se agregan otros —juzgados y condenados por similares delitos— como el diputado Ubico o el aspirante a alcalde Arnoldo Vargas, así como aquellos pendientes de extradición por narcotráfico como la exvicepresidenta Baldetti o el exministro de Gobernación López Bonilla. Definitivamente, Netflix nos tiene abandonados, tantas series foráneas de historias ficticias y olvidamos “La Cosa Nostra”, que tiene suficiente enjundia para estar en pantalla los próximos años. Pendientes de telenovelas baratas, nos hemos acostumbrado o dejado de percibir esta realidad nacional que nos sitúa a la cabeza de los países con historias excitantes, más reales que noveladas.
Desde la captura —y colaboración— de la Reina del Sur, las fichas del dominó han ido cayendo poco a poco y sucesivamente elevándose el nivel de importancia criminal de los detenidos, razón por la que verá en redes sociales cómo inmorales y autoritarios condenan continuamente al “sapo” o al “soplón”. No desean que hablen quienes tienen información porque terminan revelando nombres de dirigentes del crimen organizado. Baldizón, tan “valiente” en 2015 y decoroso con sus campos pagados en prensa, en los que pedía “perdón” al pueblo de Guatemala, actuó como hacen los acorralados: salvar su pellejo a cualquier precio y denunciar entorno y personas con las que transó.
En ese marco debe entenderse la importancia de la detención de Mario Estrada y González Mayorga. En unos meses veremos caer otros sujetos implicados en crimen organizado que por años, y con el consentimiento y apoyo de algunos, han tenido las riendas del poder, evitando que este país salga de la pobreza e ignorancia que necesitan para continuar con sus crímenes. Surge la pregunta de ¿cuántos —o cuántas— “Marios Estrada” más tenemos como candidatos en estas elecciones? porque varias figuras políticas de su entorno muestran una red que las relaciona con otros partidos y personajes políticos.
¿Qué más falta en este país para que los ciudadanos honestos —la mayoría— reaccionen de una vez por todas y tomen cartas en el asunto? Pareciera que Netflix nos adormiló y seguimos en espera de la temporada 75 y del capítulo 382 para aceptar quién es el asesino y cuánto robó, en un desenlace eterno de esos que nunca llegan, aunque desde el inicio se conoce sobradamente quién es el malvado o la pérfida.