CATALEJO
Nuevas y viejas lecciones deja este nuevo huracán
La primera lección del huracán Eta es hasta cierto punto sorprendente: no hay necesidad de sufrirlo de forma directa. Guatemala es casi con toda seguridad el país más afectado, porque aunque no llegó a las costas, sí llegaron las lluvias colaterales y sus inundaciones. La destrucción causada en aldeas aisladas altaverapacenses y de otros departamentos, la ruptura de las comunicaciones terrestres ante el colapso o daño de puentes, son solo algunas de las razones por el aumento de más de un metro en la zona del lago de Izabal, donde esa subida aún no terminada ha dañado gravemente o destruido las riberas, aldeas, restaurantes turísticos, casas de descanso, muelles. El descenso del agua de los cerros situados implica aún más daños por un tiempo largo.
La segunda lección es clara: la destrucción de los árboles y de bosques para monocultivos y la explotación indiscriminada de madera se cuentan entre las razones principales de la existencia de taludes por todos lados, casi siempre hechos sin autorización, lo que de todos modos puede haber sido obtenido por medio de acciones corruptas por las cuales Guatemala tiene muchos años de destruir sistemáticamente su reserva forestal. Esta combinación de factores cuando se manifiestan en la capital y sus alrededores, la convierten también en trampa mortífera para las familias más pobres, quienes muchas veces se engañan a sí mismas al sentirse seguras por vivir en casas de block y techo de concreto. Aunque también el muro derruido en Muxbal prueba lo contrario.
' Eta lo comprobó. En Guatemala no fue necesario sufrir directamente un huracán para dejar al país lleno de muertes y daños materiales.
Mario Antonio Sandoval
La tercera lección es clara: la tarea de ayuda para los miles de damnificados no es realizada por el gobierno. Ha sido realizada por tropas del Ejército, helicópteros estadounidenses, entre ellos los gigantescos Chinook, de dos juegos de hélices, pero especialmente por pilotos privados, muchos de ellos miembros del Aeroclub muy dispuestos a permitir el uso de sus helicópteros para llevar ayuda. Este año esa tarea se volvió mortal en el caso de los pilotos Jaime Pacay y Juan José López Yat, porque tripulaban un avión privado autorizado por sus propietarios para llevar ayuda, pero cayó a los pocos minutos de vuelo y quedó destruido en una pared de la Nunciatura Apostólica. Ofrendaron sus vidas porque iban a prestar ayuda a sus hermanos guatemaltecos. ¡Qué tristeza!
La cuarta lección provoca enojo y dolor mezclados. Circuló un video tomado en Cobán, donde vecinos airados no querían dejar bajar a Alejandro Giammatei, a quien le reclamaban su falta de apoyo. En otro, un piloto privado señala con indignación haber visto el paso del helicóptero presidencial, sin detenerse a prestar ayuda. Luego se conoció la enorme cantidad de dinero gastado para la alimentación de la Casa Presidencial, así como las explicaciones de por qué los camarones jumbo se compran en grandes cantidades, así como carne de primera y toda clase de viandas selectas “para atender a embajadores y personas importantes que visitan al señor presidente”, quien dice no desear a la SAAS, pero que solo el Congreso la puede quitar, “y yo no soy el Congreso.”
Será imposible detener todas estas consecuencias porque es iluso pensar en la prohibición de estos ataques humanos contra la Madre Naturaleza. Ignorancia, falta de educación, de responsabilidad, de imponerse un freno a la destrucción, a convertir en estercoleros a los ríos, a entender la relación entre lo ocurrido en un área del país con la destrucción en otra. También contribuye la tradición ancestral de la quema de bosques para sembrar maíz, y la dificultad para eliminarlo se complica por motivos culturales, un tema de por sí fuente de discusiones de todo tipo. La quinta lección del ETA es simple: Guatemala, al perder su biodiversidad, está condenando a sus habitantes a vivir cada vez peor y a separarlos en grupos irreconciliables y desunidos, cuando urge la unificación.