CATALEJO

Nuevo ataque al alma de Antigua Guatemala

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Antigua Guatemala es una ciudad sin suerte, destinada a revivir el infortunio de doña Beatriz de la Cueva, la Sin Ventura, quien hace medio milenio sucumbió a la destrucción ocasionada por el terremoto de 1541. Los sucesivos gobiernos ediles han sido responsables de su injustificable deterioro. Esta vez, el alcalde Víctor Hugo del Pozo y el concejo autorizaron construir un “centro de convenciones” en San Juan del Obispo, el cual puede volverse un templo no católico. Cash Luna, el líder evangélico de Casa y Ciudad de Dios, ha sido señalado de estar detrás de esto, pero la iglesia mencionada asegura ser ajena. Sin embargo, indicó poseer el Centro Cultural Lúmina, a escasa distancia de esa población. Como sea, afectará económicamente a ambas poblaciones.

' El alcalde Víctor Hugo del Pozo anda en campaña para terminar con Antigua Guatemala, por motivos personales o ceguera histórica.

Mario Antonio Sandoval

Tiene un estacionamiento para 143 vehículos en un terreno de más de una manzana. Ciudad de Dios, grupo religioso propiedad de Carlos Enrique Luna, Cash, admite tener relación con el centro cultural Lúmina, nombre oficial. Presentó solicitud de autorización el 28 de abril y ya hay fotos de una ladera talada con maquinaria de caminos para edificar numerosas casas pequeñas. Si habrá iglesia o salón de espectáculos y reuniones políticas da lo mismo: es un proyecto no adecuado para Antigua Guatemala o San Juan del Obispo y demuestra la urgencia de tener un plan de ordenamiento territorial, pendiente desde hace mucho. La comuna ha autorizado todo tipo de proyectos inadecuados y continuará haciéndolo, según un informe oficial de Del Pozo.

El grupo de Cash Luna se vio obligado a admitir su vinculación. El problema no es solo la actitud de reto religioso por el lugar, sino los varios efectos negativos: aumento del número de vehículos y atascos por los caminos angostos entre la cabecera y las aldeas, así como las iglesias no católicas pequeñas. Lo peor es la indudable relación entre religión, política, efectos económicos negativos en el plazo inmediato y derechos de los vecinos, quienes ya llevan alrededor de 8,500 firmas para rechazar el plan. En la aldea Santa Ana, un proyecto parecido se encuentra paralizado por las gestiones de sus residentes. Mientras, desde Miami, Del Pozo fue tajante al reafirmar su terca decisión de continuar con los proyectos autorizados, pese a sus efectos.

Es difícil creer al líder de Ciudad de Dios, donde hay milagros programados con fecha y hora exactas, frente a los feligreses. Jurídicamente son empresas emanadas de entes legales de índole comercial. Por algo Cash afirma en un video, sin ruborizarse, que “a la iglesia se va con la cartera”. La adherencia a estos grupos es voluntario, como lo son las donaciones individuales a través de ofrendas dinerarias usadas según la voluntad del propietario. Luna tiene jet ejecutivo privado para viajar en menos tiempo a predicar en otros países, según me dijo hace años. Es seguidor del curioso concepto de la “teología de la prosperidad”, para mí imposible de entender y justificar. El derecho de feligresía abandona lo religioso cuando afecta el derecho ciudadano de seguir a otras.

Las publicaciones periodísticas al respecto no pueden soslayar los detalles de riesgos por confrontaciones. Es posible crear empresas a nombre de personas distintas a los inversionistas, quienes pueden tener la representación legal. Por eso se miente con la verdad al afirmar ausencia de relación. También se arriesga la calidad antigüeña de Patrimonio de la Humanidad. Por el tipo de ciudad, tan relacionada con lo católico, por razones confesionales un líder de diferente credo lo ve como beneficio económico, pero es a muy corto plazo. No quiere darse cuenta del efecto de la pérdida del valor de la ciudad y sus alrededores. Ya hay fotos de laderas taladas a ras para permitir la construcción de viviendas. La única salida es retirar las autorizaciones sospechosas decididas por el alcalde Del Pozo.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.