CATALEJO
Otras consideraciones sobre la invasión rusa
Deseo retomar el tema de la mujer como botín de guerra. De hecho, ningún país se puede escapar de haberlo cometido. La Segunda Guerra Mundial es buen ejemplo: la soldadesca de países ahora aliados, como Rusia y Japón, fue culpable de estos abusos vergonzosos, inhumanos, intolerables, causantes a veces del suicidio de posibles víctimas. Muchas mujeres alemanas huyeron para defender su dignidad al acercarse las tropas soviéticas a Berlín, enviadas a propósito por Stalin. En la posguerra, la película italiana “Dos mujeres”, con Sofía Loren, la consagró como actriz dramática al relatar la violación de una mujer y su hija adolescente. Varias décadas después de la guerra, a numerosas ancianas chinas se les pidió perdón por haber sido esclavas sexuales de Japón.
' Es imposible evitar la mención de Vladímir Putin como centro de toda esta tragedia, impensable por ocurrir en Europa en el siglo XXI.
Mario Antonio Sandoval
La diferencia es muy simple: la tecnología existente no permitía saber de estos casos, y solo se debía confiar en los relatos de las víctimas, en muchísimos casos después de numerosos años de silencio. En las guerras intestinas también ha estado presente esta infamia y Guatemala no es la excepción. Incluso en esos tiempos se consideraba mala, pero aceptable, porque se estaba en guerra. Me ha llamado la atención, lo digo sinceramente, el silencio de las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres, al no referirse específicamente al tema. Lo mismo ocurre con las entidades internacionales como la ONU y los parlamentos de los países occidentales. No lo han hecho ni siquiera porque hoy existen relatos de testigos de semejantes barbaridades.
Volviendo al tema de la guerra contra Ucrania, no se pueden dejar de mencionar los evidentes errores de Vladímir Putin, quien ahora, a causa de ellos, se arriesga al fin de su mandato, porque la historia rusa demuestra eso cuando se pierde una guerra, o cuando no se gana y ello obliga a buscar un armisticio de cualquier tipo. Su personalidad, su calidad de neozar de facto y su pasado como jefe de la temida KGB en tiempos soviéticos lo hizo, sin duda, rechazar los puntos de vista de quienes —si hay— no estaban de acuerdo con él. En ese sentido se puede establecer un paralelismo con Hitler, a quien sus propias órdenes impidieron a nadie despertarlo cuando se inició el principio del fin, la invasión aliada del 6 de junio de 1944, y el destino jugó su papel: Rommel había dejado Normandía para ir a celebrar el cumpleaños de su hija.
Algo de esto se puede aplicar ahora. Un solo hombre, Putin, se está enfrentando a un mundo occidental cuya dirigencia, armamento y sagacidad no están tan mal como él pensó. Ucrania recibe indirectamente muchas de las armas más mortíferas y ahora el cambio de actitud en la neutralidad sueca, por ejemplo, es una forma de derrota, tan seria como la muerte de varios de sus generales enviados al frente. La lección es definitiva: no hay guerra breve ni fácil, y tampoco es un paseo triunfal, porque aunque al principio ocurra, el tiempo se encarga de señalar el error. Las consecuencias económicas desde hace semanas son más duras para el mandamás ruso, cercado en este aspecto, aunque todavía con poderosas armas de este tipo contra Europa. Depende del chantaje atómico.
Otro factor inesperado y no considerado por Putin es el papel de la prensa independiente del Estado, concepto inexistente para él. La credibilidad de las declaraciones oficiales rusas se ha reducido al mínimo e incluso el contraataque por la vía de declaraciones oficialistas lanzadas a todos los países. (He recibido varios videos, narrados por muy bellas presentadoras y en perfecto español). Irónicamente, quienes viven en otros países donde hay este tipo de prensa y es atacada por ignorancia o mala fe, deben estar preocupados al conocer lo ocurrido en buena parte gracias a los “pérfidos y odiosos” periodistas, quienes arriesgan la vida para cumplir con su trabajo. El peor yerro fue no considerar la valentía y sacrificio de los ucranianos, convencidos de ser masacrados sin misericordia.