CATALEJO
Parlacén: un fracaso vilipendioso e inútil
En efecto, los días del Parlacén ya deben estar contados, pues no pudo ser una entidad política unificadora de los cinco países del istmo. Sus mayores impulsores fueron Roberto Carpio Nicolle y Vinicio Cerezo, vicepresidente y presidente de Guatemala entre 1986 y 1991, e igualmente se aplicó el espíritu del Grupo Contadora, creado en 1983 e integrado por México, Colombia, Venezuela y Panamá. Una de sus metas era terminar con las guerras en territorio centroamericano y con la posibilidad de una invasión o acción militar estadounidense. Desde el principio, Costa Rica —o más bien el pretencioso Óscar Arias— se opuso siempre, por ser una competencia para su papel de supuesto adalid de la democracia del Istmo.
' El Parlacén constituye ahora una guarida de politiqueros corruptos, a quienes permite escapar de la justicia.
Mario Antonio Sandoval
Ortega también se oponía porque se hablaba de gobernantes electos democráticamente. Cuando todo se derrumbaba, el presidente hondureño José Azcona, un hombre campechano, pocas horas antes de iniciar la ceremonia de la firma logró convencer al nicaragüense. Se firmó la paz en El Salvador y hubo elecciones libres en Nicaragua, ganadas por Violeta de Chamorro. En Guatemala la guerra interna se mantuvo hasta diciembre de 1996, un verdadero anacronismo porque el muro de Berlín había caído en 1989. A causa del gobierno demócrata cristiano de Guatemala y de la influencia de este partido en Italia, este país colaboró para planificar el edificio del Parlacén, en Esquipulas.
Dicha población chiquimulteca fue escogida como posible sede por su importancia religiosa y su localización geográfica, cerca de El Salvador y de Honduras. Se le veía como una futura capital centroamericana, pero pronto los errores de su organización fueron evidentes; la falta de infraestructura, no ser vinculantes sus decisiones, con lo cual lo discutido era solo un intercambio de ideas o de deseos, y ello le provocó el apodo de Charlacén; la enorme cantidad de diputados (20 titulares y 20 suplentes); la equiparación en sueldos y en canonjías a los diputados de los congresos. Recibió la estocada final al convertirse en guarida de politiqueros corruptos sin ninguna tarea real.
Un presidente salvadoreño prófugo intentó ingresar para escaparse de la justicia. Al no lograrlo, Daniel Ortega le dio nacionalidad nicaragüense. Jimmy Morales y Jafeth Cabrera se colaron gracias al apoyo incalificable otorgado por la hija de Sandra Torres, Nadia de León Torres, hoy presidenta de la entidad, gracias al contubernio con Morales y con Giammattei, a cambio de apoyo de ella y del resto del pacto de corruptos para llevar a Allan Rodríguez a la presidencia del Congreso, en una apresurada y vergonzosa “ceremonia” realizada a media noche del mismo día del fin de su incalificable período. En pocas palabras: el Parlacén en este momento solo sirve para dar cobijo a políticos delincuentes y corruptos urgidos de huir de la justicia.
Estos son algunos ejemplos de por qué el Parlacén debe ser cerrado. La tarea será difícil porque el tema produce amnesia. A Giammattei “ya se le olvidó” su promesa, a gritos casi destemplados en su discurso de toma de posesión, de desbaratarlo. El caso de los hermanos panameños Martinelli también es clarísimo: su padre cuando era presidente calificó al PC de “cueva de ladrones” y ahora sus hijos luchan a brazo partido para ingresar. Irónicamente, los países amigos y las entidades internacionales ya no deben tomarlo en cuenta, porque hacerlo los hace cómplices. Ser miembro del Congreso hoy es vergonzoso, pero serlo del Parlacén es un total deshonor. El mandatario nacional sin duda no hará nada por cerrarlo, aunque ello afiance su creciente impopularidad.
LAPSUS ECONÓMICUS TERRIBILIS. En el Catalejo del lunes, en vez de escribir 30 mil millones de quetzales, puse 30 mil millones de millones. Pido disculpas a mis lectores.