CATALEJO

Peligrosas reformas apoyadas por el TSE

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Las dudas sobre las posibles malas intenciones de los integrantes de instituciones legales para hacer retroceder y empeorar las condiciones de un país se pueden despejar -para mal- con el proyecto de reformas al Tribunal Supremo Electoral. Hace muchos años sus miembros fueron piezas fundamentales para despertar esperanzas ciudadanas, ahora desvanecidas. Las declaraciones del actual presidente, Mynor Franco, me causaron lástima, tristeza, desesperanza. Se refirió a los “transfugas” (sin acentuación en la primera “a”) y a su decisión de cumplir con el diccionario “de la Real Academia Española”. Pronunció mal esa básica palabra de su campo y desconoce el nombre de la obra rectora del español: Diccionario de la Lengua Española. Parece intrascendente. No lo es.

Las insignificancias no son tales, sino muy importantes. Si un ciudadano pronuncia “transfuga” es explicable, porque es un término de poco uso. Pero cuando se trata de un abogado y también presidente del TSE, donde el empleo de la Ley Electoral es un tema cotidiano y fundamental, demuestra un lamentable y muy modesto nivel de conocimiento legal y lingüístico. Este TSE se declara cercano a los políticos, quienes no serán castigados por el transfuguismo. Con ello no le hace ningún favor al TSE, ni a las agrupaciones políticas ni a los propios políticos, quienes podrán brincar como chapulines de “partido” en “partido”. Para colmo, a criterio de Franco, solo los afiliados y los ciudadanos pueden cancelar un partido.

' Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos proponen beneficiar a los politiqueros, según mencionó el presidente del TSE.

Mario Antonio Sandoval

Pero esto trae a colación trae consideraciones relacionadas con el largo proceso para preparar y aprobar las reformas. Existe en el TSE una comisión encargada de revisar las áreas necesitadas de cambios, con la idea de perfeccionarlas para los siguientes comicios. Luego de escoger los artículos que precisan reformas se elabora un proyecto, se entrega al Congreso (lo cual tuvo lugar el jueves), pasa por tres lecturas y cuando concluye la tercera se aprueban los cambios. En otras palabras, el tiempo es prolongado porque depende de la voluntad y de las negociaciones o contubernios entre partidos. Es imposible, en este momento, saber cuándo entrarán en vigencia. Por ahora solo queda clara la intención del TSE de proteger a quienes se cambian de partido o de “partido” -por eventuales escisiones- político.

En resumen: el TSE estará de adorno, manejado por personas con nula experiencia en comicios y la forma de aplicar la ley respectiva. Tránsfuga es quien se pasa de una ideología o colectividad a otra, o no abandona el cargo cuando se separa de su partido. Queda claro: nadie ha tergiversado en nada su significado. La lógica de cómo actuar cuando el partido del político desaparece o se elimina es que debe quedar como independiente. De aplicarse esta palabra del diccionario, como lo prometió Franco, serían un poco más de ochenta los diputados que se quedarían en el aire para mamar de la vaca de la 9a. avenida, en beneficio de la sociedad guatemalteca, porque en su mayoría se trata de una suerte de acarreados a las curules gracias a un sistema electoral complaciente.

Ante estas actitudes, es fácil predecir cómo serán los comicios del 2023: lo mismo, empeorado por nuevos “partidos”, sin razón de ser, ideología, organización, etc. Verdaderas máquinas de variada corrupción, como ha sido desde hace años el caso, cada vez más empeorado. La actitud en pro del transfuguismo beneficia a determinados diputados y ello da lugar a preguntarse cuál es el verdadero interés de todos los magistrados por quedar bien con los parlamentarios, quienes como políticos son mal vistos por la ciudadanía. El TSE ya cayó en manos de la ineptitud y no se puede esperar nada bueno. Se volvió cómplice de los politiqueros y por eso se afianza de salvar al país luego de encontrar formas de declarar depurables a muchos, hoy impunes.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.