LIBERAL SIN NEO
Precioso recurso
El cielo no se está cayendo, no hay emergencia catastrófica ni peligro inminente de que la humanidad perezca por falta de agua. Contrario a la retórica alarmista maltusiana que prevalece, nunca en la historia de la humanidad ha habido tanta agua como hoy. Lo relevante no es la cantidad que “hay”, sino cuánta se puede producir y usar para satisfacer necesidades. Si bien el agua es un elemento de la naturaleza, requiere esfuerzo e incurre costo obtenerla.
' Ellos son los expertos, nosotros los culpables; debemos ser domados y sometidos.
Fritz Thomas
Se sabe que 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, 29% por continentes e islas. Esto es sin contar la profundidad de los cuerpos de agua o la que se encuentra debajo de la tierra. Del agua en el planeta, 96.5% se encuentra en los océanos y es salada, mientras tan solo 3.5% es dulce; pero, además, hay una enorme cantidad subterránea. Ante el argumento de que mucha del agua es salada, igual podría decirse que está lejos o profunda; es necesario emplear ingenio humano, trabajo y tecnología para producirla en forma consumible. Esas tecnologías existen.
Infundir temor y ofrecer protección es arma predilecta del control social. El alarmismo sobre el agua y la necesidad de medidas urgentes es una munición más en el arsenal del elitismo globalista que advierte sobre el fin de los tiempos; el planeta se acaba y la humanidad perecerá, por nuestra culpa. La única solución es que gobiernos y organismos multilaterales tomen control con órdenes y mandatos. Ellos son los expertos, nosotros los culpables; debemos ser domados y sometidos por nuestro propio bien.
“ONU alerta de riesgo inminente de crisis mundial por escasez de agua”. El discurso del secretario general de la ONU epitomiza la mentalidad alarmista elitista, el uso de la emergencia catastrófica y el temor como vehículo para concentrar poder y recursos. Dice: “Estamos drenando la sangre vital de la humanidad a través del sobreconsumo vampírico y el uso insostenible y evaporándola a través del calentamiento global”. ¡Usted es un vampiro y la ONU es agua bendita! “En primer lugar”, sostiene Guterres, hay que “cerrar la brecha en la gestión del agua”. En otras palabras, debe ser controlada por unos pocos sabios burócratas bajo lineamientos de “acuerdos internacionales”, es decir, la ONU. Exige que “los gobiernos deben aplicar planes que garanticen un acceso equitativo al agua para todas las personas”. Esto suena ideal, a menos que se internalicen las consecuencias de que los gobiernos sean los encargados de repartir el agua de manera “equitativa”. Su enfoque no es producir, sino “conservar”.
“Casi tres de cada cuatro desastres naturales están relacionados con el agua”, sostiene Guterres. Esto no extraña, ya que la mayor parte de la superficie del planeta es agua; desde tiempos inmemoriales los humanos se han asentado en valles aluviales, por lagos y costas. Los desastres naturales relacionados con el agua se encuentran en Génesis, la Épica de Gilgamesh, el Popol Vuh e innumerables historias.
Por supuesto que es necesario evitar la contaminación del agua y el medioambiente. Lo que es de todos y no es de nadie siempre será sobreusado, descuidado y eventualmente extinguido. Paradójicamente, la mejor forma de asegurar la producción y suministro de agua es que tenga precio que refleje derechos de propiedad y que haya mucha competencia abierta. Esta idea causa rechazo; sin embargo, si el objetivo es agua abundante y barata, es el régimen más eficiente y racional. Si gobiernos y organismos multilaterales controlan el agua, será escasa y costosa de producir. Cualquier derecho suyo impone costo a otros, incluyendo el agua.