Catalejo

Profecía de una futura y errada ley electoral

Si este Congreso aprueba la nueva LEPP, el fracaso está garantizado. La nueva ley no podrá evitar ser peor, o “peorísima”.

El Tribunal Supremo Electoral, con su última decisión, permite predecir una nueva ley electoral y de partidos políticos tan mala como la actual y con mucha probabilidad de ser peor. Varios son los motivos, pero —creo yo— sobresalen dos: el tiempo apresurado y la participación de los actuales “partidos” politiqueros, pero también de un TSE de negativa trayectoria al principio del proceso y ahora víctima del giamateiato gracias a acusaciones de supuestas ilegalidades cuyo fin es anular las elecciones populares y sustituirlas por una dupla presidencial escogida por el actual Congreso, aunque la lógica más elemental señale su obvia derogación por haber sido electo en un proceso eliminado.

Si este Congreso aprueba la nueva LEPP, el fracaso está garantizado. La nueva ley no podrá evitar ser peor, o “peorísima”.

Se hará lo mismo, con resultados iguales. Vamos mal si el Congreso, este “congreso”, puede cambiar, y lo hará, la versión de la sociedad civil y luego aprobarlas a su antojo, dejando de lado los textos presentados. El bien del país obliga al pacto de solo dejarles la aprobación o improbación, Sí o No, sin intromisiones, por conflicto de interés. Fijar una fecha perentoria y sin motivo, llevará a algo peor. La versión preparada, antes de entregarla para su aprobación, debe tener el dictamen de corrección lingüística de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Una comisión de estilo será de improvisados y, con suerte, de conocedores del lenguaje jurídico, pero el idioma oficial debe ser tomado en cuenta.

La participación de jurisconsultos es fundamental para escoger los temas, pero su redacción tiende a ser complicada y oscura en su lenguaje. El criterio debe ser todo lo contrario. Lenguaje claro, entendible, directo, de pocas posibilidades para interpretaciones malintencionadas, ilógicas o absurdas, porque están en juego las reglas de la democracia, aunque imperfecta como lo es. La tarea debe estar dirigida por una cantidad impar no mayor a cinco personas. El documento estará listo cuando esté listo y hay un poco menos de tres años para la discusión, redacción inicial, análisis de su lenguaje. Puedo dar fe de la dificultad de realizar un trabajo de esta naturaleza y del seguro fracaso si no se hace.

Familia con duro destino

La princesa británica Catherine, de sólo 42 años, esposa de William —el futuro rey— madre de tres niños, George, Charlotte y Louis, con un coraje admirable, digno de aplauso y de tristes sonrisas comprensivas, admitió el viernes en cámara tener cáncer y haber sufrido mucho con los suyos, porque esos dos meses “han sido increíblemente rudos para mi familia”. El destino se ensaña: hace dos meses, Charles II, suegro y abuelo de sus hijos, fue diagnosticado del mismo mal, los abuelos Isabel y Felipe se fueron también en un lapso corto. La familia está dividida por las decisiones de Harry, su cuñado, las de su esposa Megan y de ella misma, quien merece comprensión, privacidad y respeto a su decisión.

El sufrimiento ha sido grande para esta trágica familia desde hace mucho tiempo. Charles esperó decenas de años para llegar al trono; sufrió su amor prohibido por Camila y la muerte de Diana. William sufrió a causa de su hermano Harry, con quien compartió el dolor de la orfandad. Ello explica el apoyo emocional y las oraciones en todo el mundo, y el peso de la Historia y su momento actual. Me enfoco en los tres hijitos de Catherine. El cruel destino los hace enfrentar a su corta edad cuándo es tiempo de llorar, de dar y recibir apoyo, y también de rezar porque su mamá logre salir airosa de esta durísima prueba, cuyo principal efecto es cortarle de alguna forma la etapa de su infancia.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.