pluma invitada

Pronto ya no habrá más límites que China pueda cruzar en el estrecho de Taiwán

Si EE. UU. se distrae de la situación que enfrenta Taiwán, pronto no habrá más límites que China pueda cruzar.

En 2020, el equilibrio de la fuerza militar en el estrecho de Taiwán comenzó a inclinarse de manera gradual pero profunda a favor de China.

EE. UU. debe dejarle claro a China que sus operaciones militares podrían detonar una guerra.

En agosto de ese año, Alex Azar, quien en ese entonces era el secretario Salud y Servicios Humanos, se convirtió en el funcionario de más alto rango en el gabinete de Estados Unidos que había visitado Taiwán en más de cuatro décadas. Aunque fue para hablar de la pandemia, el Ejército Popular de Liberación de China (PLA, por su sigla en inglés) respondió con la ejecución de una serie de ejercicios militares a gran escala alrededor de la isla autónoma, lo que implicó el tercer despliegue de una aeronave más allá de la frontera marítima del estrecho de Taiwán en más de 20 años. Desde entonces, China ha respondido a estas visitas y otras acciones que percibe como provocaciones con el lanzamiento de más de 4800 misiones de combate, y cada vez envía más aeronaves a sitios que antes se consideraban prohibidos, además de realizar decenas de ejercicios militares cada vez más complejos, por aire y por mar, alrededor de Taiwán.

Ahora la normalización de la presencia del PLA alrededor de Taiwán aumenta el riesgo de una confrontación accidental. Pero, a largo plazo, también crea poco a poco una sensación peligrosa de complacencia en Taipéi y Washington, al tiempo que le da a China la práctica operativa esencial que algún día podría necesitar para invadir la isla.

Como un analista militar especializado en China y Taiwán que ha dedicado los últimos dos años a gestionar una base de datos de código abierto que monitorea las operaciones militares de China, estoy profundamente consternado sobre los peligros que implican estas operaciones. Las alarmas deberían estar sonando, pero ni Taiwán ni Estados Unidos han tomado medidas significativas para frenar a China, y la respuesta de Taiwán no ha sido ni coherente ni transparente, lo que podría envalentonar aún más a Pekín. Se necesita un enfoque más contundente para impedir que China intensifique la situación.

En 2020, poco después de que China empezó a aumentar la presión, el Ministerio de Defensa Nacional de Taiwán empezó publicar informes diarios sobre las operaciones militares chinas dentro de la Zona de identificación de defensa aérea de la isla, un perímetro que se extiende más allá de las aguas y el espacio aéreo territoriales de Taiwán y que está bajo vigilancia para dar aviso anticipado de los aviones o misiles entrantes de China. En años anteriores, China rara vez entraba en la zona. Pero en 2020, aeronaves del PLA irrumpieron en ella casi 400 veces. El año pasado, esa cifra excedió las 1700 ocasiones.

Pekín no ha dejado de traspasar los límites. Las fuerzas del PLA tampoco solían cruzar la frontera marítima del estrecho de Taiwán, el punto medio entre China y Taiwán. Pero en agosto de 2022, tras una visita a Taiwán de Nancy Pelosi, quien en ese momento era la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, las fuerzas chinas cruzaron la frontera en 302 ocasiones ese mes, con lo que prácticamente la eliminaron como límite funcional. En la actualidad, las aeronaves chinas siguen cruzando esa frontera casi a diario, y le dan a Taiwán escasos minutos para evaluar las intenciones de China en un juego peligroso de adivinanzas que da pie a errores de cálculo. Desde el año pasado, China también ha establecido una presencia naval permanente en los alrededores de la isla.

Como no ha habido ningún contacto oficial entre Pekín y Taipéi desde hace ocho años, las probabilidades de mitigar una confrontación involuntaria son escasas. Un enfrentamiento aislado se podría intensificar hasta convertirse en un ataque por parte de China o un despliegue veloz de sus fuerzas aéreas y marítimas, ya bien entrenadas, alrededor de Taiwán, lo cual bloquearía el acceso a la isla de cualquier asistencia estadounidense y reduciría drásticamente las opciones del Ejército de Estados Unidos.

Este ambiente tenso está afectando a las defensas taiwanesas. A principios de 2021, Taiwán dejó de movilizar aviones de combate cada vez que se infringía la Zona de identificación de defensa aérea de la isla luego de gastar casi el nueve por ciento del presupuesto de defensa del año anterior en el monitoreo de aeronaves chinas.

Esta atmósfera también ha sembrado confusión sobre las políticas taiwanesas. En octubre de 2022, tras las incursiones ocurridas después de la visita de Pelosi, el ministro de Defensa de Taiwán anunció que cualquier aeronave del PLA que violara el espacio aéreo y marítimo territorial de Taiwán —que abarca hasta 12 millas náuticas desde las costas de la isla— sería considerada un “primer ataque”, lo cual provocaría que fuera derribada.

Desde entonces, no se ha revelado ninguna incursión de una aeronave del PLA en el ámbito público, pero China puso a prueba la política taiwanesa enviando al menos 27 globos al espacio aéreo territorial de la isla desde inicios de este año, lo cual ha obligado a Taipéi a elegir entre no tomar ninguna medida, que le da a Pekín la impresión tácita de que puede seguir infringiendo el espacio aéreo de la isla, o derribar los globos, lo cual podría provocar a China. Hasta el momento, no se sabe de ninguna medida tomada por Taiwán en contra de los globos que han penetrado su territorio aéreo.

La estrategia de Taipéi de compartir con el público la información sobre las actividades chinas no ha sido del todo transparente, pues ha estado plagada de cambios sin explicación referentes a la cantidad de información que se revela. Es comprensible que actúe con cautela, para no ocasionar pánico. Pero la falta de transparencia también impide que el gobierno le comunique la verdadera situación al pueblo taiwanés, lo que podría provocar que los ciudadanos exijan un cambio de políticas.

El mes pasado, los taiwaneses dejaron muy claros sus deseos cuando eligieron a Lai Ching-te, quien está comprometido con la soberanía de la isla, como su próximo presidente. La victoria de Lai representa una oportunidad para que su gobierno adopte un enfoque más transparente ante la agresión militar de Pekín, parecido al de Filipinas, que ha demostrado que dirigir la atención hacia las acciones chinas en el mar de la China meridional puede ayudar a fortalecer el apoyo nacional, regional e internacional para combatir esa agresión.

En Washington, Taiwán cuenta con apoyo bipartidista, y el presidente Joe Biden ha declarado en repetidas ocasiones que Estados Unidos estaría dispuesto a defender a la isla. La Ley de Relaciones con Taiwán, que ha regido las políticas estadounidenses respecto a la isla durante cuarenta años, establece de manera explícita que cualquier medida para determinar el futuro de Taiwán que no sea pacífica representa una “grave preocupación”. Pero Estados Unidos no ha convenido ninguna respuesta específica a las operaciones militares recientes de China.

Estados Unidos debe dejarle claro a China que sus operaciones militares podrían detonar una guerra y que ya no son aceptables. Washington también debería coordinarse con Taipéi para idear maneras más efectivas de frenar las provocaciones chinas, como compartir más información, realizar una mayor vigilancia aérea y garantizar que la isla esté bien equipada y preparada para defender su soberanía.

La atención estratégica de Estados Unidos está totalmente centrada en las guerras de Ucrania y Medio Oriente, pero si se distrae de la situación tan peligrosa que enfrenta Taiwán, pronto ya no habrá más límites que China pueda cruzar.

©2024 The New York Times Company

ESCRITO POR:

Ben Lewis

Analista independiente de Defensa

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