CATALEJO

Rechazo a Giammattei surge de más sectores

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Aunque un estudio de ProDatos sobre la opinión ciudadana acerca del manejo de la pandemia señala datos negativos en más de un 64%, llaman la atención los porcentajes de ‘regular’ por el 19% (uno de cada cinco) y de ‘muy bien’ por el 16% (uno de cada 6). Estas dos últimas cifras se pueden explicar en la actitud de los ciudadanos de cualquier sector social y económico decididos a arriesgar su vida, debido a desconocimiento, terquedad, religión, incredulidad y otros. La anunciada existencia de la nueva variante ómicron puede ayudar a cambiar tal criterio, pero el principal responsable es el Gobierno, porque compró las tristemente famosas vacunas rusas, a precio doble, necesitadas de refrigeración, en secreto y a punto de vencer 2.9 millones de dosis.

Conforme pasan las semanas, el nefasto carnaval de la corrupción en todos los niveles, instituciones y funcionarios va minando al apoyo, abierto o solapado, de entidades directa o indirectamente relacionadas con el sector privado. Las opiniones negativas en la prensa independiente van ampliando el círculo de su origen. Ya es insostenible aceptar o callar, porque es una aceptación clara. Ese silencio es interpretado por los malandros, y están en lo cierto, como una aceptación. Pasa lo mismo con la prensa independiente, ahora llena de señalamientos provenientes de toda clase de criterios políticos, económicos y sociales, luego de haber sido poco el número de quienes tuvieron la entereza, pero también la visión, de ver la necesidad de acabar con la lagartija antes de volverse cocodrilo.

' Conforme pasa el tiempo crece el rechazo al peor gobierno de toda nuestra historia, porque sus consecuencias tardarán muchos años.

Mario Antonio Sandoval

Cada vez, para bien del país, crecen también las voces de quienes entienden el viejo dicho: una máquina es tan débil como la más débil de sus piezas, y también el importantísimo papel de proyector de mala imagen institucional de aquellas empresas miopes, centradas en su beneficio inmediato, sin ver los resultados a mediano y sobre todo a largo plazo. Aunque algún escéptico señalara este hecho como una moda, aun así, a mi juicio, la defensa de la libre empresa, fuente verdadera del empleo y del progreso del país cuando no es monopólica, debe realizarse precisamente llenando el papel de beneficio social para la comunidad. No solo son las empresas grandes sino también todas, sin importar su tamaño. El capitalismo funciona realmente cuando hay miles de empresarios pequeños.

Algunos, solo centrados en el aspecto económico de la actividad humana, olvidan el papel fundamental de la satisfacción de las necesidades de otro tipo: educación, salud, cultura en general, etcétera. Cuando el Estado se convierte en el principal depredador de los recursos públicos a causa del amiguismo, el sector privado tiene, como en Guatemala lo hace en muchas ocasiones, el defecto de hacerlo en forma callada, aunque efectiva. Dicho en lenguaje coloquial, esos huevos no los cacarean las gallinas ponedoras. El riesgo más claro es el del populismo en su versión de izquierda, aunque el de derecha sea tan malo y a veces peor. Un factor importante es la imposibilidad de impedir a los ciudadanos, como tales y como consumidores, del acontecer nacional y extranjero.

El sistema democrático sufre las peores consecuencias porque ese conocimiento popular lo hace recibir los ataques de quienes tienen mala fe, criterios políticos ya superados por la Historia a causa de sus innegables consecuencias. Queriendo ver un poco más lejos del actual panorama en el mundo, es posible pensar en el inicio de una nueva época histórica con diferente organización social. Obviamente, este es un resumen mínimo, y es momento ahora de escuchar a quienes han visto ese futuro con distinta cercanía y desiguales criterios. Cuando el mundo está a una hasta hace poco impensable y corta distancia del holocausto nuclear, aunque sea en determinadas áreas, a la esperanza de no sufrirlo debe agregarse la de ver el inicio de un nuevo contrato social, ideológico y político.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.