Hagamos la diferencia

Santiago Martínez: talento matemático que inspira

Santiago Martínez, un joven de tan solo 13 años, ha demostrado que la grandeza no tiene edad.

En un mundo donde la juventud es vista a menudo como una etapa de descubrimiento y aprendizaje, Santiago Enrique Martínez, un joven de tan solo 13 años, demostró que la grandeza no tiene edad. Este estudiante del Centro Educativo Rotario Benito Juárez puso en alto el nombre de su escuela y de Guatemala al ganar la medalla de plata en la Olimpiada Mundial de Jóvenes Matemáticos 2024, celebrada en Bali, Indonesia, del 8 al 11 de agosto de este año.

¿Dónde están las empresas privadas, las instituciones del Gobierno, organizaciones que premiarán esta medalla de plata en una olimpiada, pero esta vez académica?

La Olimpiada congrega a los más destacados jóvenes talentos en matemática de todo el mundo, y es un evento conocido por su alto nivel de competencia. Pero Santiago no solo destacó por sus habilidades, sino por su humildad, pasión por el conocimiento y capacidad para enfrentar desafíos complejos con determinación.

La historia de éxito de Santiago no es casualidad. Desde temprana edad, sus maestros y familiares notaron su curiosidad por los números y su facilidad para resolver problemas matemáticos. Lo inscribieron en la prestigiosa academia Cermat de Nuevo León, México, un centro de preparación especializado en matemáticas avanzadas. Durante meses, Santiago dedicó largas horas a estudiar teoremas, ecuaciones y conceptos abstractos que desafían incluso a las mentes adultas. Es digna de admiración la disciplina que mostró en su preparación. Mientras muchos jóvenes de su edad disfrutan del tiempo libre y de los videojuegos, Santiago encontró en la matemática una fuente de inspiración y entretenimiento. Bajo la instrucción de expertos en Cermat, desarrolló capacidad analítica y mentalidad de perseverancia y resiliencia, cualidades esenciales para enfrentar los retos de la olimpiada.

Cuando llegó a Bali, Santiago no solo representaba a su escuela o a Guatemala, sino que también a todos aquellos jóvenes que, como él, se atreven a soñar en grande. Competir en esta olimpiada no es fácil, la competencia exige velocidad mental, precisión y comprensión profunda de matemática. Las pruebas fueron en inglés, y esto implicó, además, el dominio de este idioma. Sin embargo, Santiago logró destacarse entre cientos de participantes de diferentes nacionalidades.

La medalla de plata obtenida no solo es un reconocimiento a su esfuerzo individual, sino también un reflejo del potencial existente en los jóvenes cuando son guiados y apoyados. Su hazaña resuena más allá de las fronteras de Guatemala, enviando un claro mensaje a la comunidad global: el talento joven puede hacer cambios en el mundo cuando se le brinda la oportunidad y la asesoría adecuada.

El logro de Santiago es fuente de inspiración para muchos. A sus 13 años, demostró que, con dedicación y pasión, es posible alcanzar metas que muchos considerarían inalcanzables. Su historia motiva a jóvenes de todo el mundo a perseguir sus sueños, recordándoles que las barreras solo existen en la mente y que, con garra, esfuerzo, dedicación y determinación, pueden superarse. Santiago Enrique Martínez no solo es un joven matemático talentoso, sino un ejemplo de lo que la juventud puede lograr con apoyo, disciplina y ambición. Su medalla de plata es el comienzo de una carrera prometedora, y es seguro que continuará cosechando éxitos en los años por venir. ¡Felicitaciones, Santiago, por este logro extraordinario, que nos llena de orgullo a los guatemaltecos! Y aunque a la fecha ha tenido el apoyo de algunas empresas e instituciones, la pregunta obligada es ¿dónde están las organizaciones, las instituciones del gobierno, las empresas privadas, ofreciendo premios y oportunidades a este “ganador de una medalla de plata en una olimpiada”. Debido a que la Academia no vende a corto plazo, es olvidada, desconociendo que es el verdadero motor del desarrollo de un país. No olvidemos que la humanidad será salvada por el conocimiento y la tecnología, no por el deporte y el arte, aunque importantes para el bienestar humano, pero no indispensables para el desarrollo y la supervivencia.

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.