Si me permite

Un distractor puede ser un enemigo silencioso

Cuando hemos sido determinados y hemos formado hábitos que reflejan una disciplina, no nos afectan las circunstancias que pudieran surgir.

“Los enemigos más peligrosos son aquellos contra los cuales nadie se ocupa en defenderse”. A. Graf

El medio en el cual nos desenvolvemos tiene sin lugar a duda suficientes eventos y acontecimientos que se están sucediendo, porque si nosotros no tenemos la suficiente disciplina y determinación, nos estaremos ocupando o bien distrayendo viendo lo que sucede, de tal manera que nunca llegaremos a tiempo para poder hacer aquellas cosas que a nosotros nos es requisito cumplir y que nadie por nosotros puede o debe hacerlo.

La conducta responsable se refleja en la modalidad en la cual se usa el tiempo y la capacidad.

Cuando la curiosidad nos domina, podemos distraernos a tal extremo de que podemos perder la realidad de prioridades y el tiempo avanza y nos encontramos con la triste realidad de que cada vez estamos más atrasados en lo que nos toca hacer. Claro está que no todos somos iguales y para algunos de nosotros es mucho más fácil distraerse que a otros y por ello es imprescindible conocernos, para que no nos invada la frustración cuando nos damos cuenta de que por estar distraídos perdimos la oportunidad. Una simple ilustración nos puede ayudar para entender este fenómeno: podemos estar en una parada esperando el bus y algo sucede en nuestro derredor, y por estar viendo eso, pasa el bus y nosotros ni nos damos cuenta.

Cuando los que conocemos han perdido oportunidades valiosas en esta vida que, si estuvieran atentos y las hubieran aprovechado, habrían logrado alcanzar metas que les cambiarían toda su vida y hubieran mejorado de alguna manera obteniendo beneficios inexplicables. Tristemente podemos lamentar algunas de las oportunidades que hemos perdido, pero de nada nos habrá de favorecer, pero si hemos sido víctimas de experiencias como estas, debemos aprender, para no repetirlas. Pero, por el contrario, que cada vivencia de estas sea una escuela para que nos instruya a no permitir que la distracción sea un enemigo.

Claro está que hay momentos para descansar y cambiar la rutina. Podemos tomar un tiempo de descanso y hacer algo para distraernos, pero hay que saber medir el tiempo y saber regresar a lo que nos toca hacer para alcanzar las metas que nos hemos trazado.

Cuando hemos sido determinados y hemos formado hábitos que reflejan una disciplina, no nos afectan las circunstancias que pudieran surgir, sino que sabremos manejar cada circunstancia conforme nuestra personalidad y conforme las responsabilidades que hemos aceptado. No hay cosa más incómoda que tener que escuchar de las personas justificaciones de por qué no pudieron cumplir con lo que se había acordado, en lugar de disculparse. Porque si sabemos justificar las cosas, implica que nunca habremos de cambiar.

El saber ser selectivos en las alternativas que vivimos nos ayudarán a no desviarnos de los planes que nos hemos trazado. Y con una breve frase de disculpas, y claro está con mucha educación, podemos fácilmente retomar nuestro plan que tenemos trazado y alcanzar nuestra meta con la máxima gratificación.

Seamos de aquellos que por determinación han logrado lo máximo que se han propuesto, y si bien en algún momento muchos hemos sido criticados y muy probablemente mal entendidos, con el tiempo habremos de ser admirados y reconocidos por el simple hecho de no habernos dejado que una distracción nos aleje de la meta que nos habíamos trazado.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.