POR LA LIBERTAD

Un presupuesto indignante

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¡Qué ingenuo soy! Pensaba que no se aprobaría el Presupuesto de Ingresos y Egresos para el 2021, pero al momento de escribir este artículo ya comenzaban a aprobarlo de Urgencia Nacional. Terminará siendo aprobado con variaciones pequeñas, dado que horas antes la Comisión de Finanzas del Legislativo había emitido un dictamen favorable para el proyecto de Presupuesto General 2021.

' La deuda la pagaremos con tasas de interés más altas y con más impuestos en el futuro.

Ramón Parellada Cuadrado

Soy ingenuo porque a veces tengo la esperanza de que vuelva el sentido común a nuestros legisladores y pongan un freno a los abusos del Gobierno. Pero las cosas no funcionan como yo desearía, sino como nos demostraron Gordon Tullock y James Buchannan con su teoría de Public Choice. Los políticos no son personas de otro mundo, son de carne y hueso como cualquier otro de nosotros, y actúan racionalmente buscando sus situación e interés personal en todo momento. Son movidos por votos, aprobación y dinero a su favor o a los suyos. Por ello aprueban, como lo están haciendo ahora, el presupuesto más endeudado de la historia de Guatemala y uno de los más grandes y desfinanciados que hemos tenido, irresponsablemente. No existe rendición de cuentas en el Congreso.

También me considero ingenuo porque creí en verdad que se iría a eliminar el Parlacén, dado que fue parte de la campaña del presidente Alejandro Giammattei. Sin embargo, se le siguen asignando fondos a ese refugio que blinda con inmunidad a políticos señalados de corrupción de los anteriores gobiernos. Y pensaba que el Congreso se reduciría de tamaño y de gasto. Sigue incrementando su presupuesto y no hay ninguna señal de querer proponer la reducción de sus diputados para el futuro. Mientras tanto, todos estamos sacrificándonos. Hemos reducido nuestros ingresos por las restricciones destructivas que causó el Gobierno, justificándose por la Pandemia, y ahora, con la tremenda destrucción debido a los huracanes Eta e Iota. Pero los diputados, el Gobierno y los empleados públicos siguen recibiendo sus salarios sin ser productivos. Más bien están destruyendo aún más el país.

Pero no solo yo soy ingenuo. Creo que los guatemaltecos lo somos en general porque aceptamos que un ministro de Finanzas destruya nuestra economía con el peor endeudamiento que ha tenido este país. En vez de proponer una política de austeridad en su presupuesto, ha propuesto una de pan para hoy y hambre para mañana. Ya las calificadoras de riesgo país nos están advirtiendo de que este comportamiento nos pasará factura al degradar la calificación para el país. La deuda no es sostenible. Este presupuesto implica un endeudamiento total aproximadamente del 35% del mismo. Una vergüenza. Un descaro total. La deuda la pagaremos con tasas de interés más altas y con más impuestos en el futuro.

Somos un país pobre porque no hacemos lo que debemos hacer. Presentamos un presupuesto desfinanciado y mediocre para seguir gastando. Que otros en el futuro lo arreglen. Ya no será problema de los que hoy nos gobiernan. Esa mentalidad perdedora nos mantiene sumidos en la eterna pobreza. Y por ello no logramos la tan ansiada prosperidad que vemos en otros países a los que emigran nuestros ciudadanos legal e ilegalmente buscando esas oportunidades que aquí les negamos.

No fue la pandemia la que destruyó el país. Fue el Gobierno, y lo sigue haciendo. No son las tormentas ni los desastres naturales que nos fuerzan a pedir más préstamos. Es el permanente estado de pobreza, corrupción y medidas empobrecedoras que los gobiernos han impuesto a sus ciudadanos. El país está urgido de austeridad en el Gobierno, reducción de tamaño, eliminación, reducción y simplificación de impuestos, y menos regulaciones.

ESCRITO POR:

Ramón Parellada

Empresario. Catedrático universitario. Director del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).