Desarrollo de país
Una revisión del continente
Qué difícil es la política en el continente en estas épocas.
Woke, según Wikipedia, es un término originado en Estados Unidos que llegó a abarcar una consciencia de otras cuestiones de desigualdad social, por ejemplo, en relación con el género y la orientación sexual. Desde finales de la década pasada también se ha utilizado como un término general para los movimientos políticos progresistas, de izquierda o perspectivas que alegan enfatizar la política identitaria de las personas LGBT, principalmente.
En buena parte del territorio, el denominador común es la corrupción de gobiernos.
En la inauguración de las Olimpiadas Paris 2024, independientemente del espectáculo creativo en el río Sena y área de la torre Eiffel, fueron destacadas dos imágenes que llamaron la atención al mundo: 1) el movimiento woke y 2) una ofensa al cristianismo: una parodia de la Última Cena liderada por drag queens.
Si revisamos qué ha venido pasando en el continente americano, nos damos cuenta de que en Estados Unidos, durante el período gobernado por Barack Obama, surgieron movimientos de libertinaje como los del LGBT, que independientemente del apoyo político del gobierno, tuvo rechazo serio de los conservadores. El gobierno de Donald Trump fue abiertamente claro en contra de esos movimientos y siempre a favor de la vida desde la concepción y a favor de la familia. El actual gobierno, que encabezan Joe Biden y Kamala Harris, ha seguido la línea de Obama, mientras que Trump ofrece regresar al apoyo de la creación divina del hombre y la mujer.
En América Latina, aunque hay presencia del movimiento woke, con todo y su padrinazgo de agendas extranjeras, el tema político y social ha sido la disputa entre derecha e izquierda. En época reciente, Fidel Castro logró utilizar el dinero de Venezuela para subsistir y a Hugo Chavez para promover el comunismo, socialismo o socialismo del siglo XXI. La corrupción de gobiernos es denominador común en muchos países del territorio —derechas e izquierdas—, mientras que las oportunidades para los ciudadanos no se dan o no se dan como debieran darse. Además, lidiamos con el otro mal mayor, que es el narcotráfico. Veamos Colombia y México como los estelares del tema en la injerencia en la política.
Finalmente, ha habido abusos de perpetuarse en el poder, como los casos de Cuba, Chávez/Maduro y Ortega. Se reciclan políticos señalados o condenados de corrupción, como Lula da Silva, Cristina Fernández, Evo Morales, etc. Ahora hay que dar seguimiento al qué harán México y Colombia desde la izquierda y narcotráfico.
Qué difícil la política en el continente en estas épocas. En Estados Unidos, apenas hace una semana renunció Biden a la candidatura demócrata, producto de su condición a los 81 años. Aparentemente, la actual vicepresidente Kamala Harris —progresista liberal— será la nominada en agosto en la convención del partido, aunque aún pudiera haber sorpresas.
Las elecciones de ayer en Venezuela, donde ha sido visible que la gran mayoría de venezolanos que han luchado durante 25 años en contra de Chávez (1999-2013) y Maduro (2013-2024) no quieren al régimen tirano y corrupto que los han llevado a pobreza y a emigrar. Quieren la verdadera libertad que proponen María Corina Machado —a quien Maduro no permitió competir— y la coalición Plataforma Unitaria Democrática, con el candidato Edmundo Gonzalez. Veremos hoy resultados y consecuencias, porque Maduro y sus voceros no solo han manifestado públicamente amenazas, sino que previo a las elecciones prohibieron el ingreso al país a figuras internacionales de renombre, incluidos expresidentes libremente electos en sus países, como observadores de la elección.
Si queremos un desarrollo serio del país, pongámosle atención a países como República Dominicana, Chile —antes de Boric—, Paraguay y a la estabilidad de Costa Rica y Uruguay. En Argentina, hagamos seguimiento al diferente pero congruente Milei, con sus propuestas de la libertad.