HAGAMOS LA DIFERENCIA

Urge cambiar el sistema educativo

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El 2023 quedará registrado en la historia como el año de regreso a clases presenciales en Guatemala, si bien hubo algunos intentos de regreso en el 2022 es hasta este año en que se consolida el retorno a las aulas. Es evidente el rezago educativo de nuestro país en los ránquines a nivel mundial, lo que impacta en el desarrollo de nuestra nación. El sistema de educación merece una atención especial porque en él radica el futuro de la sociedad. En el sistema público, sobre todo a nivel pre primario y primario, los alumnos y profesores a su regreso encuentran la infraestructura deteriorada, las aulas destruidas, los pupitres arruinados, los libros apolillados, sanitarios destruidos. Los alumnos ven a sus profesores más avejentados, intentando dictar sus clases de la misma forma que lo hacían antes de la pandemia; los profesores encuentran alumnos que avanzaron tres ciclos académicos casi sin aprender nada y no logran definir por dónde empezarán. El apoyo a los maestros para impartir clases y la infraestructura tecnológica durante la pandemia fue deficiente y lo sigue siendo. Las lecciones que este tiempo dejó no fueron aprendidas, salvo raras excepciones, se dio un acomodamiento en todos los actores: profesores, alumnos y autoridades que relajó el sistema.

' Los profesores reciben estudiantes mal preparados durante la pandemia, en una infraestructura educativa deteriorada.

Samuel Reyes Gómez

Las autoridades del Ministerio de educación guatemalteco deben comprender que el sistema está obsoleto y no responde a la realidad nacional, que la infraestructura no es la adecuada y que los apoyos tecnológicos son prácticamente inexistentes. Se necesita realizar una Reingeniería educativa, pues el término “reforma” para evolucionar se queda ya corto. Circuló en internet un plan educativo piloto en Japón para formar “ciudadanos del mundo” y no como “ciudadanos japoneses, el revolucionario plan “Cambio Valiente” (Futoji, no henko) el que realiza un cambio conceptual a sus sistemas de enseñanza, donde sus horizontes son globales y no nacionales, el programa de 12 años contempla: cero tareas, cero materias de relleno; cinco materias elementales: a) Aritmética de Negocios —operaciones básicas y uso de calculadoras financieras—; b) Lectura —1 libro semanal—; c) Civismo —respeto total a las leyes, valor civil, ética, normas de convivencia, tolerancia, altruismo, la ecología y al medio ambiente; d) Computación —Office, internet, redes sociales y negocios online—; y e) Idiomas —4 o 5 alfabetos, culturas: japonesa, latina, inglesa, alemana, china, árabe, religiones. El resultado presentará jóvenes que a los 18 años son expertos en uso de computadoras y celulares para trabajar, leen 52 libros, respetan las leyes, el ambiente y la convivencia, hablan cuatro idiomas, conocen 4 culturas y 4 alfabetos. Y aunque todavía no se ha implementado oficialmente en Japón, el diseño parece interesante. El sistema finlandés es otro que merece respeto, por sus resultados. Entre sus características tenemos: a) valoración de los docentes; b) educación obligatoria, gratuita y accesible para todos; c) educación personalizada; d) los alumnos tienen tiempo para todo; e) tiempo para que el docente prepare sus clases; f) se evita la competencia y cifras; g) los padres se involucran; y h) se premia la participación y la curiosidad.

Mientras tanto, nuestros jóvenes seguirán hablando solo español, con pésima gramática y ortografía, con escasa comprensión de lectura y deficiente operatividad matemática, que odian leer libros, expertos en copy paste, que desperdician su tiempo en estupideces en internet, televisión, siguiendo equipos de futbol extranjeros, permeados por los chismes de la farándula, zombis de Android o del iOS, idiotizados por TikTok, Instagram, Facebook, WhatsApp y más redes sociales, así como por juegos informáticos, creándoles un egoísmo en donde valoran más a un ídolo del futbol que a un científico, y que se sienten con todo el derecho de ser los respetados y no quienes deben respetar. Si queremos tener una esperanza de desarrollo, nuestro sistema educativo debe cambiar para preparar a nuestros estudiantes para el futuro.

ESCRITO POR:

Samuel Reyes Gómez

Doctor en Ciencias de la Investigación. Ingeniero agrónomo. Perito agrónomo. Docente universitario. Especialista en análisis de datos, proyectos, educación digital. Cristiano evangélico.