CATALEJO

Urge visitar La Antigua antes de su destrucción

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Parecería una exageración, ciertamente. Pero quienes nacieron en Guatemala y por eso mismo visitan poco La Antigua, a pesar de su cercanía, deben apresurarse a visitarla y tomarse fotos de recuerdo porque está sufriendo un desalmado proceso de construcción cuyo objetivo teórico es beneficiar a la ciudad, pero realmente la está arruinando. La otrora Muy Noble y Muy Leal Santiago de Guatemala, tercera ciudad del imperio español, con calles de anchura mayor a las de las capitales europeas, sede de la tercera imprenta, la tercera universidad fundada en tiempos coloniales, las mansiones con sus zaguanes, tres patios, algunos de los templos más bellos de todo el continente y lindos bosques de las fincas de café, iniciada hacia 1860, cuando comenzó su exportación.

Varios son los motivos de esta destrucción. El exagerado tráfico vehicular destruye y afloja los empedrados. Los nuevos hoteles y la deforestación, disminuyen el agua. Hace unos 30 años se intentó hacer un “parque temático” con construcciones de estilo colonial, en un área equivalente a un tercio de la ciudad. El Consejo de Protección cada cuatro años debe retirar propaganda política. El colmo ha sido poner publicidad en las alfombras de semana santa. El estacionamiento de carros es muy difícil sobre todo los domingos. Pero mucha de esa tragedia cultural e histórica se debe al descuido de los vecinos, quienes prefirieron alquilar e irse a la periferia o a otros municipios, pero también del notorio descuido de los alcaldes, sobre todo los dos últimos.

' La Antigua Guatemala desde hace años sufre constante deterioro, pero con el actual alcalde la destrucción es un hecho.

Mario Antonio Sandoval

La alcaldesa Susana Asensio y en especial Víctor Hugo del Pozo se ganaron el extraño honor de ser rechazados, ella porque no hizo casi nada, y él porque por razones de tipo conyugal está empeñado en afectar todo lo relacionado con el catolicismo, aunque aparenta una colaboración inexistente e innecesaria, cuyo obvio fin es recibir el apoyo de hermandades y los cucuruchos. Las autorizaciones del Concejo reflejan la voluntad de Del Pozo y la autoridad máxima de la ciudad, el Conservador, no es independiente y tampoco comprende la importancia de mantener. Un reciente ejemplo es el “arreglo” del mirador del Cerro de la Cruz, atentado ecológico y conceptual para un área protegida, derrumbado en una sola semana. La prensa radial y escrita antigüeña ha presentado batalla en beneficio de La Antigua, sin éxito.

A los vecinos, apáticos, hoy se unen inversionistas de nuevos bares, condominios, hoteles, colonias, supermercados, cambio de nombre a las calles. Los primeros son en su mayoría apáticos, pues critican a los alcaldes pero construyen casas de dos pisos con ventanas solo en el primero. Luego de una sospechosa autorización, un netcentero envió una felicitación al alcalde por modernizar a La Antigua. Ocurrió el viernes pasado, de manera súbita, sin escuchar a los vecinos opuestos presentes: El concejo autorizó un plan de ordenamiento territorial sugerido por el grupo privado ADEPanchoy, ahora con carta blanca para decidir de acuerdo a sus intereses propios, distintos, no coincidentes con los de la ciudad. Cuando todo se destruya totalmente, ¿para qué visitar La Antigua?

Quien vive en una ciudad histórica porque allí nació o se trasladó de otra tiene como primera tarea mantener esa calidad. Cambiar la arquitectura, las calles o la forma como se hace el comercio, puede llegar al extremo de ser un crimen de lesa patria. Se necesita respeto, cultura personal y, si se quiere hacer inversiones, adaptarlas a esa calidad de ser un remanso en el tiempo. Hace décadas, con humor negro circuló una explicación de su derrota: haber prometido a los vecinos votar por él porque iba a construir nuevas ruinas… En ese tiempo era un chiste. Pero si alguien lo propusiera ahora no me extrañaría su victoria, aunque sea una locura, porque sería visto por muchos como forma de poner “más bonita” a la pobre ciudad de Rafael Landívar y de las perpetuas rosas.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.