CATALEJO

Vicepresidente: solo le queda retirarse

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Vicepresidente Guillermo Castillo: ya no tiene alternativa. La única opción es renunciar. Su carta, conocida ayer por la mañana gracias a las redes sociales, es el texto de su divorcio político con Alejandro Giammattei. No hay marcha atrás, ni debe haberla, como consecuencia de la ofensiva respuesta de este último, además del cinismo de acusarlo de no querer hacer nada, cuando quien lo dice es el principal responsable. Esto se debe a la ilegal y caprichosa decisión de crear la presidencia de facto para Martínez, con lo cual quebrantó la Constitución y de hecho afianza los cimientos de una dictadura apoyada por lo peor de la corrupta clase política del país, la cual es fuente de los apoyos para repetir casi ad nauseam sus intentos anteriores de llegar a un puesto público.

Por no conocerlo en persona, creo tener un análisis sereno y circunscrito a lo político, pero entiendo la profundidad de las ofensas personales y decisión de hacerlo a un lado tomada por quien es hoy su principal enemigo. Usted llegó a esa mancuerna electoral por solicitud de parte de la élite económica, pero es imposible luchar cuando él integra la élite política de la corrupción, miente, invoca a Dios y tiene ambición desbocada; esta última, a causa de rodearse de lo peor de la clase política y de gente sin preparación en un círculo vicioso donde las preferencias personales son el único motivo de admisión. Debe ahora explicar a quienes lo escogieron como representante. Ellos no fallaron al escogerlo, pero fracasaron por no conocer bien al terco multicandidato.

' La carta vicepresidencial y la respuesta de Alejandro Giammattei constituyen un divorcio político. Castillo no puede permanecer más.

Mario Antonio Sandoval

Usted, sin duda, pensó –como muchos lo hicimos— en la posibilidad de poner orden al asumir la Presidencia del país por el involuntario retiro presidencial debido al coronavirus. Pero la ambición es hermana gemela de la corrupción, a su vez causa fundamental del actual subdesarrollo guatemalteco en todos los órdenes. Esa ambición provocó el intento de antejuicio en su contra, cuyo verdadero autor es muy obvio y por eso no hay necesidad de nombrarlo. Pero, además, la persistente desvalorización de su trabajo constitucional y del ninguneo como persona. Nadie le puede exigir mantenerse en un puesto donde de hecho puede hacer muy poco, o nada. Un ilegal superministro es quien realmente manda, para vergüenza nacional.

Si se queda, su nombre será duramente juzgado por la historia, porque en su carta afirma “es mi última intervención”. Hace algunas décadas, el doctor Francisco Villagrán Kramer se vio obligado a saltar del barco capitaneado por Romeo Lucas y se salvó del juicio. Él también intentó, pero le fue imposible. El fin llegó por la grosera respuesta y la exigencia suya de cumplir la frase de campaña: “no ser perfecto, pero sí correcto”. Es decir, de conducta honesta, lo cual sin duda no ha ocurrido en ninguna de las acciones de Giammattei, por desconocimiento, capricho, mentira o mentalidad de un rey absolutista. Cada vez es más claro: junto con los incalificables Jimmy Morales, Otto Pérez Molina y Álvaro Colom, forman la peor cuarteta de presidentes.

La suerte, pues, está echada. Luego de esa carta será víctima de todo tipo de afrentas por redes sociales, en mensajes anónimos comprados. Ante esto debe defender el honor y el nombre suyo, de sus hijos y cónyuge, víctimas inocentes. Ha sido humillado a lo interno del Ejecutivo porque según la correcta percepción popular de muchos ciudadanos usted es una de las pocas personas del gobierno cuya llegada no se relaciona con corrupción, impunidad o amiguismo, ni su puesto fue inventado. El texto causa problemas a quienes se quedan por temor a salir, y para usted permanecer en semejantes condiciones obliga a pensar en motivos oscuros. Su texto, al no ser de producto de arrebato, le permite actuar para obtener la absolución de la Historia.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.