CATALEJO
Visita de AMLO tiene oportunidades y riesgos
El gobierno guatemalteco acaba de anunciar la visita de mañana del presidente Andrés Manuel López Obrador. Son importantes todos los encuentros presidenciales entre Guatemala y México, por sus innegables relaciones geográficas, históricas, culturales, musicales —sobre todo en el género popular—, así como la creciente presencia desde hace algunos años de inversionistas mexicanos asociados en muchas ocasiones con algunas de los más grandes empresas guatemaltecas, con el resultado de un aumento de venta de numerosos y nuevos productos del vecino país. Hay oportunidades de convertir la visita en un hecho de importancia histórica, pero debe haber vigilancia y conocimiento de los términos contractuales y de quienes serán sus interlocutores.
' El visitante debe tomar en cuenta la capacidad de su anfitrión por olvidar lo prometido, o por mentir sin mostrar rubor alguno.
Mario Antonio Sandoval
A causa de la actual situación interna de Guatemala, la visita de López Obrador no deja de representar algunos riesgos a su imagen. Internacionalmente, este país se encuentra en una posición débil, a consecuencia de la manera corrupta de manejar al Estado guatemalteco. Si bien en México ha habido acusaciones de nepotismo presidencial, de ninguna manera pueden compararse con la andanada de descubrimientos de imparable compadrazgo político y personal de aquí. Ambos mandatarios se parecen en sus problemas a causa de la narcoactividad desbocada y su rechazo al periodismo independiente, y se diferencian en lo referente a la popularidad. El visitante la mantiene muy cercana a como la tuvo al inicio de su gobierno. Al anfitrión le queda poca.
La vecindad de los países ha representado problemas para Guatemala, ejemplificados con el plan de construcción de presas en el río Usumacinta, lo cual significaría la inundación de buena parte de la poca tierra cultivable petenera. La idea del Tren Maya solo conviene a Guatemala si los turistas pasan al menos una noche, y muy recientemente es desconocido, de hecho, el plan de reconstruir el ferrocarril urbano sobre las bases del ahora abandonado tren de Fegua, A causa de la falta de información oficial sobre los planes de todas las obras, la ciudadanía guatemalteca está nerviosa porque teme un contrato similar al de las vacunas Sputnik. Lo menciono porque el mandatario visitante debe tomar en cuenta la perspectiva ciudadana, no solo la del gobierno.
En Guatemala, México tiene una imagen mayoritariamente positiva, pero a muchos guatemaltecos ha sorprendido la decisión de no apoyar el rechazo a la sangrienta invasión de Rusia a Ucrania. Ciertamente, una política consistente por décadas en la Cancillería de México es no inmiscuirse en asuntos internos de otros países, pero a mi juicio esta guerra no puede considerarse como algo interno de ambos países, al haber penetrado fuerzas invasoras en territorio de un país soberano. Sin duda ha llegado el momento de revisarla, porque con su neutralidad México benefició a un país invasor causante de muertes en la inocente población civil en número mayor a la provocada por los nazis, y destructor de hospitales y áreas residenciales. Ese apoyo ya no puede sostenerse.
López Obrador tiene la oportunidad de recordar al colega guatemalteco, con quien difiere en el tema de la popularidad, de las consecuencias de sus acciones, como —eso sí— el olvido de sus promesas, calificadas por un sector de los guatemaltecos como abiertas y descaradas mentiras. Como ejemplo, al recibir el cargo expresó con voz estentórea “se acabó la corrupción; la lucha será absoluta. Es compromiso de Estado”. Prometió “declarar a las maras y pandillas como grupos terroristas”. Antes, siendo candidato aseguró: “No quiero ser recordado como un juep… más” No se puede saber cuándo cambió de opinión y por qué. La visita se desarrollará en un ambiente nebuloso y esto debe ser tomado en cuenta por quien será recibido con aprecio por la ciudadanía.