CABLE A TIERRA

Xela: demasiado tiempo sumida en el abandono

La Ciudad de Quetzaltenango, Xela, ha sido considerada siempre la segunda ciudad en importancia. Embelesa la belleza arquitectónica de su centro histórico, la amabilidad de su gente, la delicia de su comida tradicional, así como la oferta gourmet ahora disponible. Centro neurálgico donde converge el Altiplano Occidental y cuna de extraordinarias mujeres y hombres que han hecho significativos aportes al país. Fácilmente se sucumbe ante el encanto que tiene esta ciudad provincial con toque cosmopolita. Quichés, ladinos, mames, junto con personas de otras nacionalidades y procedencias, coexisten en Xela y dejan entrever un extraordinario crisol cultural que se conjuga con las tradiciones vernáculas quezaltecas, profundamente arraigadas todavía. Si a eso se le suma la belleza del entorno natural que aún la rodea, donde destaca la belleza imponente del volcán Santa María, guardián silencioso de este terruño, se imaginará que no cuesta mucho quedar prendado del lugar.

Tristemente, cualquiera que haya venido recientemente a Xela, y muchos de sus ciudadanos, saben que esta es solo una parte de la verdad. La realidad cotidiana dista mucho de ese retrato idílico, más propio de un anuncio del Inguat.
16 años consecutivos de pésimas gestiones municipales han tenido un costo altísimo para esta hermosa ciudad. Año tras año se deteriora su centro histórico; sus calles se inundan en época lluviosa; sus cerros se queman en verano o, peor, se urbanizan continuamente sin ningún control, aun y cuando las fuentes de agua de la ciudad provienen de esos cerros. Algunos de estos problemas datan de tiempo atrás y tiene carácter estructural, dado el lugar donde se ha ido asentando la población, pero el caso es que, a pesar de que se han hecho estudios técnicos y aportado posibles soluciones a esos problemas, en casi 20 años no se ha hecho nada, lo cual ha agravado los problemas y complejizado su potencial solución.

Todavía es una ciudad cuyo tamaño demográfico estimado no llega al medio millón de habitantes (pendiente de actualizar algún día con el nuevo censo) pero que desde hace unos 20 años vive un proceso de expansión urbana desordenada, generado principalmente por el desdén y laxitud de la gestión municipal. El resultado es un cúmulo de una variopinta gama de problemas: tráfico intenso y caótico en horas pico, que fácilmente hace recordar al de la Ciudad Feudal; escasez o mala calidad de servicios públicos esenciales; problemas con la energía eléctrica, falta de oportunidades económicas, para citar algunos de una la lista mucho más extensa.

' 16 años de no gestionar la ciudad han tenido un enorme costo para Quetzaltenango.

Karin Slowing

Al igual que a nivel nacional, en el municipio de Quetzaltenango se generó en 2015 una gran expectativa de cambio y mejora con la elección del alcalde, pues este sustituiría al que estuvo tres períodos consecutivos a cargo de la MuniXela, principal irresponsable del abandono que vive la Ciudad. Lamentablemente, el actual tampoco estuvo a la altura del desafío. Se perdieron otros cuatro años sin revertir el deterioro. Así, gestión tras gestión, a Xela no le queda más que vivir de sus glorias pasadas, cuando debería tener la posibilidad de ver al futuro y configurarse como núcleo metropolitano regional.

Es mi opinión que Xela aún es rescatable si el alcalde recién electo —don JF— se toma en serio la tarea. Necesita, en primera instancia, orden y limpieza. Luego, mucha regulación y mucha inversión que dinamice su economía. Cuatro años más de abandono o de medidas cosméticas nada más, o peor, de puras transas, podrían orillar a Xela a una ruta sin retorno. Hay que comenzar por restablecer capacidades institucionales básicas en la MuniXela; ello es indispensable para afrontar tamaño desafío.

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