CATALEJO
Y no nací, vivo, ni viviré en una Guatemala gusana
Alejandro Giammattei cada día pone a prueba la capacidad de asombro, pero también de enojo y de desesperanza de los guatemaltecos. Este fin de semana volvió a hacerlo al comparar a Guatemala con un gusano, es decir, larva y oruga de muchos insectos, pero también aplicada a una persona vil (indigno, torpe e infame) y despreciable. Es, en todo caso, una de las peores comparaciones, aunque sea usada en ese absurdo sentido en el improvisado mensaje presidencial en una población del altiplano, a la cual llegó ataviado con una camisa dizque indígena, pero en realidad un remedo propio para turistas de la vestimenta también supuestamente de inspiración maya, lo cual también constituye una forma de banalizar la ropa propia de esa región del país.
' El colmo hasta ahora es haber afirmado oficialmente la recuperación, en un solo día, de 18 mil afectados por el coronavirus.
Mario Antonio Sandoval
La segunda acción igualmente absurda fue la afirmación de haber logrado la sanación de 18 mil contagiados de coronavirus en un día. En otras palabras, Guatemala sería el país del mundo con más casos sanados, una afirmación causante de risa en todos los países e instituciones médicas extranjeras. No sé si lo aclaró anoche, pero de no haber sido así, el doctor Giammattei necesita hacerlo y pedir disculpas por tal tontería. Se agrega una tercera: el video repartido por el equipo gubernativo de propaganda, en la cual una señora indígena de la tercera edad agradece la ayuda recibida, sin imaginar el uso politiquero de su frase. Se comprueba la poca calidad de los asesores extranjeros contratados.
Los periodistas independientes caemos muy mal a quienes no pueden o no quieren hacer caso de las sugerencias, fruto de la capacidad de pensamiento lógico y de la experiencia de numerosos años de estar en el oficio. No somos presidentes, pero sí hemos visto a muchos de ellos cometer errores, pero sobre todo descubrir cuando las acciones gubernativas o presidenciales son el resultado de planes oscuros para beneficiar a determinados grupos de politiqueros, o de familiares y amigotes, quienes en demasiadas ocasiones tienen la característica común de llegar al ejercicio de la cosa pública como forma de ascender en la escala social, y hacerlo cada vez en la forma más descarada. Ello beneficia a los gobiernos anteriores, cuya corrupción fue menor, en comparación.
La salida de la viceministra de Salud, doctora Garcés, prueba lo evidente. Persona de rectitud y con un nombre por cuidar, descubrió los efectos devastadores para su prestigio al participar en este gobierno. Por ello en solo 30 días se dio cuenta de la imposibilidad de cuidar su prestigio científico al mantenerse. Recapacitó. Y se cumplió aquel desafortunado convencimiento de no poder ayudar a su país a causa de las circunstancias del sector salud, de los malos tratos recibidos. Guatemala pierde, pero ella y su familia no tendrán el desprestigio de haberse manchado por estar en un Titanic ya afectado por el hielo flotante y por la nocturnidad y oscuridad del ambiente.
El actual, no me cabe duda, es el gobierno con el mayor declive en la aceptación de los ciudadanos. No se ve un rumbo, no hay coraje para enfrentar a los enemigos abiertamente escondidos en el nefasto Congreso y en quienes se han apoderado del mando del país por medio de convertirse en mandamases confiados en la burla a las leyes gracias a ser los padrinos de la mayoría de magistrados, un cargo cada vez más desprestigiado. El ejecutivo no ayuda; afecta. Sus tendencias totalitarias desprestigian cada vez más al ejercicio del poder, en momentos de crisis total. Por eso, calificar a Guatemala de gusana es una ofensa innecesaria, y reitero, con muchos guatemaltecos, la petición al presidente de leer cuando habla y usar un mínimo de lógica.