CONCIENCIACon un nuevo impulso

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Terminamos un ciclo para iniciar otro. Cada uno ya habrá realizado su balance personal del año. Si veo hacia atrás, para algunos fue uno bueno, mientras que para otros no lo fue tanto.

Sin embargo, finalizamos el 2003 con sentimientos renovados de patriotismo, que nos impulsan a iniciar el nuevo año con un mayor optimismo.

Las elecciones generales constituyeron, contra todo pronóstico, un claro incentivo entre la población y una fuente de lecciones para nuestro futuro.

Independientemente de la preferencia política, la ciudadanía comprendimos el valor que encierra la oportunidad del voto.

Tal vez fuera la patente frustración entre todos los sectores de la población ante las malas políticas públicas, la que motivó la respuesta ciudadana en las urnas.

O tal vez fueron la inseguridad, la violencia, la falta de empleo, las deficiencias en la prestación de servicios públicos, de la salud o la educación, los elementos que influyeron en la decisión de superar el miedo y la coerción, para acudir a votar.

Independientemente de cuáles sean las razones, los guatemaltecos manifestamos, tal vez sin darnos cuenta de ello, el valor que tiene para nosotros la participación ciudadana y el poder hacer sentir nuestra voz para provocar los cambios a favor del país; el valor que le damos a la verdad y a la libertad como los pilares sobre los cuales se construye una sociedad sana.

Con lo anterior, renovamos nuestra confianza en la democracia como el sistema político perfectible que más se ajusta a nuestras necesidades y comprendimos que nosotros somos parte de esa democracia.

Estos valores renovados también nos comprometen a trabajar contra la esclavitud de la ignorancia y del conformismo; nos compromete a no decaer en nuestra participación cívica; nos obliga a ser responsables de las decisiones que tomamos, y a no perder de vista las decisiones de política pública que se tomen a nuestro alrededor y que nos afectan de una u otra forma.

La respuesta ciudadana debe ser interpretada por el nuevo gobierno, como una renovación de la confianza hacia las autoridades públicas, pero también como un aviso de que se gobierna para el pueblo y con el pueblo.

También debe ser interpretada por las fuerzas políticas, especialmente las concentradas en el Congreso de la República, como un aviso de la madurez cívica que se ha alcanzado, y que no estamos dispuestos a que el país viva de acuerdo al vaivén de las pasiones políticas, ni a perder el tiempo con acciones inmaduras de oposición política.

Con un renovado impulso estamos listos para dejar atrás el año 2003 para empezar uno nuevo. Las lecciones aprendidas en el último año nos ayudarán a vivir el siguiente.

Hemos renovado la fe en nosotros mismos, y en nuestra capacidad de decidir. Estamos conscientes de la fuerza que encierra la expresión de la voluntad popular y de que somos responsables de lo que con ésta se produce.

No nos permitamos vivir por inercia ni envejecer sin madurar. Guatemala merece nuestra alegría por el nuevo año.

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