CONCIENCIALibertad con responsabilidad

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Como en otros años, la discusión en torno a la celebración de la independencia de Guatemala no alcanzó los niveles que el tema amerita. Mucho se dijo sobre si la celebración debería hacerse con desfiles escolares, corriendo maratones con antorchas o concursando con el mejor ensayo o poema a la patria.

Se volvió a discutir sobre el respeto a los símbolos patrios, sobre si el himno debe cantarse respetando la melodía original o si cabe la posibilidad de utilizar nuestra creatividad para adaptar su música a los gustos de la juventud. La discusión en cuanto a la forma cómo debemos celebrar la independencia es una discusión de segundo orden.

Tal vez lo más importante habría sido conocer los factores sociales, políticos, económicos y culturales que incidieron en la firma de la independencia, qué hemos logrado con ella y, lo más importante, qué podemos lograr como país independiente. No importa cómo se celebre. Lo que importa es que los guatemaltecos sepamos lo que estamos celebrando.

Aún no reconocemos lo valioso que resulta para un pueblo gozar de libertad. Además de permitir la autodeterminación de los pueblos, también permite reconocer a sus habitantes el goce legítimo de los derechos que le son propios.

Pero la libertad no conlleva únicamente gozar de derechos. La libertad también implica responsabilidad en el ejercicio de esa condición de libres y en el goce de esos derechos. Pretender vivir en libertad sin responsabilidad es condenarnos a vivir en un círculo peligroso de imposición, autoritarismo, exclusión, subdesarrollo, corrupción.

Y creer que podemos gozar y ejercer nuestros derechos sin reconocer que tienen como límite los derechos de otros, es tan perjudicial como vivir sin libertad. ¿Cómo puede un pueblo llamarse libre si vive atado a prejuicios sociales que le impiden su desarrollo? ¿Cómo se puede pretender vivir en libertad cuando constantemente se violentan los derechos de sus habitantes?

¿Cómo se puede celebrar la independencia patria cuando el presente y el futuro de los guatemaltecos siguen condenados a responder a los intereses de grupos que presionan por privilegios ante la ley? No se puede vivir en libertad si no hay respeto a las normas, a las instituciones, a las autoridades.

El problema del acceso a la tierra y la forma como se ha tratado de solucionar nos hace pensar que en Guatemala todavía tenemos un largo camino por recorrer para poder celebrar con verdadero orgullo la fiesta de la independencia. El tema es bastante complejo como para pretender solucionarlo en el corto tiempo. Pero mucho se puede ganar si se parte de un principio fundamental: reconocer el derecho de todo guatemalteco a ser propietario, a ejercer dicho derecho y a ser defendido ante la violación del mismo.

Cuando a un grupo de guatemaltecos se les niega su derecho a la tierra por prejuicios culturales, cuando se permite la violación de derechos de propiedad o la interpretación arbitraria de la legislación negando este derecho en beneficio de un grupo, o cuando se niega el acceso y la aplicación de la justicia para defenderlo, se pone de manifiesto que los guatemaltecos aún no hemos aprendido la importante lección de vivir en libertad.

Luego de 181 años de vida independiente ha llegado el momento de aprender a vivir como hombres libres. El respeto y la defensa de los derechos del hombre, incluido el derecho a la propiedad, constituye un paso correcto hacia la verdadera libertad e independencia.

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