CATALEJO
Consideraciones a los servidores
EL INMINENTE nacimiento del nuevo gobierno constituye, a mi criterio, una buena oportunidad para hacer algunas consideraciones al respecto de cómo deben actuar aquellas personas llamadas a integrar el equipo, sin tener alguna ambición, sino un deseo de servir al país. Me refiero a quienes no han querido o no han aceptado participar en otros proyectos políticos, por sus directas relaciones con partidos políticos experimentados, lo cual por desgracia en Guatemala significa con mañas, es decir, marrullerías, tretas y vicios. En gobiernos anteriores ha habido casos similares, con dos resultados: uno, su salida pronta y súbita ante el descubrimiento de estas lacras: otra, su adaptación e ingreso al nefasto gremio de los corruptos.
QUIENES LLEGAN sin ninguna experiencia previa, poseen la ventaja de no tenerla, sobre todo en lo referente a las acciones dolosas, inmorales e ilegales pero fáciles de cubrir y de esconder. Esa ventaja se mantiene si va acompañada de la decisión personal e íntima de no agregar su nombre a la larga lista de chanchulleros y mafiosos cuyo paso por los puestos explica la mayoría de las tragedias de falta de salud y de educación —por citar solo dos ejemplos. El peligro al cual están expuestos dichos ciudadanos se encuentra agazapado en un factor imposible de evitar. Me refiero a la participación de gente cuestionable, por cualquier motivo, en el proyecto político colocado detrás de la candidatura triunfadora en un proceso electoral.
ESTAS PERSONAS, CASI siempre cometen el error de realizar bien su trabajo sin fijarse en cómo actúan los demás integrantes de los equipos de gobierno, tanto en el gabinete, en el Congreso o en las alcaldías oficialistas. Resulta una actitud equivocada porque desde afuera existe la percepción de la existencia de una unidad de pensamiento, de acción, y por tanto de conocimiento de las ilegalidades e inmoralidades. El resultado, poca duda puede caber, es la disminución o destrucción del prestigio personal de quienes llegan con ese factor como su principal aporte. Son llamados porque se les necesita, porque prestigiarán al proyecto político, cuya reputación dependerá en mucho de quienes son sus integrantes, al menos los principales.
POR ELLO, ESTOS “foráneos” de la política necesitan condicionar su permanencia. Es la única manera de mantener el prestigio personal en caso de acciones oscuras, cuestionables, indignas, o de descubrirlas en el clóset donde se guardan los esqueletos de las actuaciones bochornosas. Una forma de mantenerse libre de todos estos problemas lo constituye entregar una carta de renuncia, sin fecha, al mandatario, ministro, alcalde o a quien sea el jefe inmediato. Es un arma de doble filo: si el invitado a participar en el equipo de gobierno ya no se siente a gusto, simplemente coloca la fecha y la entrega. Caso contrario, si esta persona ya no es del agrado, por cualquier motivo, es el jefe quien se encarga de colocar la fecha. Nadie puede quejarse.
LA PARTICIPACIÓN DE esta clase de personas parece ser uno de los factores del nuevo gobierno, y también será una de las causas de la actitud de vigilancia popular esperada como consecuencia de las manifestaciones de los ciudadanos en muchas plazas nacionales. Los nuevos gobernantes tienen la oportunidad de escoger mejores colaboradores, pero al mismo tiempo no los pueden traicionar con el incumplimiento de las promesas y de las expectativas ciudadanas. Es importante señalar dónde se encuentra realmente la fuerza política del nuevo gobernante: en el apoyo popular, derivado del hastío y del hartazgo ciudadanos. Se debe saber cómo leer las estrellas del deseo y la esperanza nacionales. No querer hacerlo es inmoral y suicida.