Aún no han terminado de calmarse las aguas políticas nacionales, agitadas como consecuencia de las peculiares y sin precedentes características del proceso que la llevó a ser escogida por el presidente Otto Pérez Molina.

El hecho de que la ceremonia de entrega del cargo por la antecesora, Claudia Paz y Paz, así como la juramentación hayan sido realizadas en el interior del Palacio Nacional ha despertado dos tipos de interpretaciones. La primera, que demuestra la buena relación existente entre quienes ostentan la dirección de importantes instituciones estatales. Y la segunda, que se trata de un mensaje subliminal para demostrar una posible dependencia ante los criterios e interpretaciones legales emanados del Organismo Ejecutivo.

Pese a ello, vale la pena reiterar que la licenciada Aldana debe tener un período razonable en que reciba el beneficio de la duda ante sus acciones, para conocer las diferencias de estas con las realizadas por anteriores autoridades del Ministerio Público. Es muy importante saber cuál será el orden de prioridades, así como quiénes son y cuál es el historial de las personas a quienes llame para integrar su equipo.

También es importante señalar que ya pertenecen a la historia el proceso de escogencia, es decir las actividades de las comisiones de postulación, las decisiones tomadas, la exclusión de la anterior fiscal y el papel real de las variadas pruebas realizadas a los aspirantes a ese cargo, ahora tan importante como polémico y puesto en la picota.

Esto mismo ocurre con las actuaciones de la magistrada Paz y Paz, y por eso, aunque es válido analizar y opinar al respecto por quien desee hacerlo, ambas acciones se deben realizar con el espíritu de indicar el porqué de las críticas o alabanzas. No debe ser solo rechazo o aplauso, en general, sino ni una explicación detallada cuya serenidad será el factor principal para que le sea útil a la sociedad actual y a quienes en el futuro estudien los procesos históricos ocurridos en el país.

A las manos de la fiscal Aldana llegan una serie de casos muy relevantes y variados, que incluyen juicios a narcotraficantes, casos de lavado de dinero, de femicidio —el más notorio y socialmente importante es el de Cristina Siekavizza—; así como de derechos humanos, entre los cuales sobresale el juicio al exjefe de Estado Efraín Ríos Montt. No dejan de ser importantes casos de acusaciones a personas relacionadas al Organismo Ejecutivo. La lista es larga y por eso el orden en que sean conocidos los casos es fundamental.

Además de estas acciones específicas, la nueva jefa del MP tiene la tarea de que la entidad estatal ahora bajo su dirección deje de despertar en los guatemaltecos la percepción de que el Estado no es confiable. Si logra esto en los cuatro años de su mandato, tendrá asegurado un importante lugar en la historia nacional. En mucho, depende de ella.