SI ME PERMITE

Cosas que pintan divertidas pueden comprometer

|

“La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido”. Howard Philips Lovecraft

En la sociedad en que nos toca vivir y los tiempos actuales no hay necesidad de buscar algún modo para que tengamos que romper la monotonía con cosas que asusten y cosas de apariencia extraña que nos afecten en nuestra serenidad. Simplemente los titulares que leemos en los medios de comunicación nos quitan la tranquilidad que alguna vez hemos logrado conquistar.

A la luz de la realidad anterior uno se pregunta qué necesidad tenemos de apelar a la costumbre de mediados de siglo XVII en los contextos anglosajones, los cuales posiblemente tuvieron alguna razón en esos tiempos para fomentarlos.

Claro está que no nos toca a nosotros juzgar lo correcto o incorrecto de ello, porque nosotros no pertenecemos a ellos.

Estando en este nuevo continente, y sabiendo que hay muchas cosas que han llegado del viejo continente, que posiblemente para ellos tenían algún sentido, pero ahora en el nuestro no necesariamente es igual.

Por ello, si habremos de copiar algo en nuestro medio, que tenga una excusa de peso que nos pueda beneficiar; de lo contrario, limitarnos.

La festividad llamada Halloween, que se la conmemora como una Noche de Brujas o también la Noche de Muertos, no es más que un sincretismo por una cristianización de las fiestas del fin de verano de origen celta.

Sin lugar a duda, nuestra herencia latina tiene suficientes elementos en nuestras raíces para celebrar aquello que es afín a nuestras creencias y también que mejore y ayude a nuestra convivencia en estos días.

Es comprensible que el humano tiende a copiar y apropiar lo que otros hacen. El problema no está en eso, el problema surge cuando lo hacemos sin calcular las consecuencias y el efecto que deja en nuestra gente hoy día.

Nuestro empeño primordial debe ser en mejorar y también en superarnos, por ello debemos ser más selectivos y no dejarnos llevar por las prácticas que, por divertidas que se perciban, no nos ayudan al final de las cosas.

Una cosa curiosa que tenemos que observar en esta celebración que la llevó a una internacionalización, es algo muy reciente, cuando en los años 70 del siglo pasado, gracias al cine y a las series de televisión de los Estados Unidos, se logró propagar la práctica.

Sin lugar a duda, no es lo único que el cine y la televisión han propagado en este mundo.

Pero nosotros, como consumidores, debemos ser mucho más selectivos en lo que aceptamos y hacemos, y no simplemente porque se esté promocionando lo consumimos.

Sería mucho mejor poner el mayor de los empeños en conservar y promocionar nuestras propias costumbres y, en particular, aquellas que nos dignifican y nos permiten mejorar lo que somos, y de ese modo poder dejar a las generaciones venideras una nueva perspectiva.

Entendiendo que esto conlleva esfuerzo, determinación y objetivos claros para que los logros sean un legado a los que nos siguen.

Finalmente, no es tanto lo que hacemos y dejamos de hacer, sino por el contrario, el porqué es que hacemos algo o por qué no lo hacemos.

Si hay una madurez social en una convivencia saludable, tendremos una postura para nosotros mismos y dejaremos que el resto viva su vida sin tener que emitir juicio.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.