CATALEJO
Crimen forzado
HACE POCOS DÍAS, UN GRUPO de delincuentes secuestró a un estudiante de 16 años, en una aldea de Villa Canales. Sin razón aparente, lo golpeó y destruyó su ropa y uniforme escolar, para luego sacarlo de la comunidad y llevarlo a Villalobos para obligarlo a entregar un teléfono a un comerciante extorsionado por la gavilla. La Policía los capturó a todos, y hoy los jueces deben resolver el asunto, evaluando con serenidad y sin prejuicio alguno un caso como este y calificar pronto si el adolescente detenido es víctima de secuestro y coacción para entregar un teléfono —una oveja con piel de lobo— o si es un delincuente —un lobo con piel de oveja—.
LOS JUZGADORES ESTÁN BAJO enorme presión a causa de tantos casos ocurridos a diario, en los cuales se obliga a inocentes a delinquir. Pero debe actuarse con celeridad a fin de no abrir la oportunidad para más actos impunes de los criminales. Tampoco pueden permitirse dejar sin protección alguna a jóvenes como el de este caso cuando son llevados a un centro de detención como Las Gaviotas, porque allí las autoridades no tienen control interno. Son muchos adolescentes las víctimas enviadas a un infierno donde los demonios son criminales jóvenes para quienes los recién llegados son nuevos objetivos de su conducta criminal.
UNA VÍCTIMA DE LAS PANDILLAS no debe serlo también del sistema judicial. Las cárceles de cualquier tipo convertidas en escuelas del crimen al cual llegan “alumnos” de manera obligatoria constituyen una de los más serias deficiencias. Se justifica y es urgente la separación de quienes por primera vez llegan a las cárceles, en especial si se trata de casos sin violencia. En el comentado en estas líneas, la principal investigación debe ser dirigida a establecer las razones de la ya mencionada participación del estudiante. De este drama humano me enteré por casualidad, pero evidentemente no es el único, y no será el último, porque el sistema judicial es demasiado lento.