Cristina renace
LOS ENTRETELONES de este caso también resurgen de nuevo. Entre ellos la acusación a la expresidenta de la Corte Suprema Beatriz Ofelia de León, madre del esposo de la víctima, Roberto Barreda de León, así como las acciones protagonizadas por este personaje al huir a México y llevarse ilegalmente a los dos hijos de ambos, quienes se convirtieron en las verdaderas víctimas de este caso. Lo expresado ayer es una prueba de la forma con la cual se logra la impunidad de muchos de los crímenes: atrasar el tiempo, esconder los documentos, aburrir, desesperar y decepcionar a los familiares de las víctimas. Es francamente un sistema perverso y vergonzoso.
CRISTINA SIEKAVIZZA logró despertar la conciencia nacional, la admiración por la tenaz lucha de sus padres, Juan Luis y Angelis; la tenacidad de las amigas de colegio de ella y también quienes apoyaron con su presencia para manifestar pacíficamente numerosos domingos, a fin de despertar en las autoridades judiciales la conciencia. El caso, en realidad, se estaba quedando en el olvido, listo para ingresar en los muy numerosos ejemplos de impunidad en la historia criminal de Guatemala. La revelación de ayer provocará, espero, un renacimiento de las exigencias ciudadanas para resolver el caso.
LOS ENCAPUCHADOS
NO PUEDO ESTAR DE ACUERDO con la aclaración de quienes, siendo estudiantes de la Universidad de San Carlos, justifican el uso de capuchas en los bautizos y demás ceremonias de iniciación. La capucha tiene como fin impedir la identidad de quienes la usan. Por esa causa, es uno de los atuendos indispensables de quienes participan en actos delincuenciales. Pero no se justifica en manera alguna cuando se trata de una bienvenida a quienes por primera vez llegan a esa casa de estudios. Los bautizos nacieron como una manifestación jocosa, pero con el tiempo se convirtieron en una excusa para la impunidad. Eso es el punto: ¿por qué la impunidad?
EN EL CASO DE BAUTIZOS consistentes en agresiones físicas o exigencias de ejercicios extenuantes, como ha sido tradicionalmente el caso de la educación militar, el asunto se parece a lo ocurrido en el campus universitario sancarlista, en la manera de humillar a una persona. La humillación no se puede justificar como parte de ninguna tradición. Hay una prueba muy sólida: si fuera así, las principales academias militares del mundo serían famosas por esos hechos. Existen, pero son en realidad castigadas por las autoridades cuando las descubren, porque también resultan ser un sistema perverso y vergonzoso, una agresión a los derechos humanos.
LOS ENCAPUCHADOS son una prueba de la falta de transparencia en un país donde esto debe ser combatido y eliminado en cualquiera de sus manifestaciones. La transparencia debe ser una característica presente en todo el accionar social: lo político, lo judicial, etcétera, pero en el caso de la vida académica, resulta ser verdaderamente fundamental. Allí nace la aceptación tácita o abierta de plagios, ventas de exámenes, por mencionar dos ejemplos. Quienes usaron capucha este año deben entender: aunque no haya habido abusos de cualquier tipo, son igualmente censurables. Deben desaparecer.