PERSISTENCIA

Crítica freudiana

Margarita Carrera

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«Creo por tanto, que el monólogo de Ricardo no lo dice todo; se limita a apuntar algo, dejando a nuestro cargo desarrollar lo apuntado. Y en cuanto llevamos a cabo esta labor complementaria desaparece, en efecto, toda apariencia de frivolidad, se nos muestra todo el alcance de la amargura y la minuciosidad con que Ricardo ha descrito su figura deforme y se nos hace claramente perceptible la comunidad que fuerza nuestra simpatía hacia el malvado. Lo que Ricardo ha querido decir es lo siguiente: la Naturaleza ha cometido conmigo una grave injusticia negándome una figura agradable que conquiste el amor de los demás. Así, pues, la vida me debe una compensación que yo me procuraré. Tengo derecho a considerarme como una excepción y a superar los escrúpulos por los que otros se dejan detener en su camino. Puedo cometer injusticias, pues se han cometido conmigo (…) Y ahora sentimos ya que también nosotros podríamos llegar a ser como Ricardo, e incluso que lo somos ya en pequeña escala. Ricardo es una ampliación gigantesca de una faceta que también en nosotros encontramos. Todos creemos tener motivo para estar descontentos de la Naturaleza por desventajas infantiles o congénitas, y todos exigimos compensación de tempranas ofensas inferidas a nuestro narcisismo, a nuestro amor propio. ¿Por qué la Naturaleza no nos ha hecho el presente de la dorada cabellera de Balder, de la fuerza física de Sigfrido, de la elevada frente del genio o de la noble fisonomía del aristócrata? ¿Por qué hemos nacido en un hogar burgués y no en un palacio real? También a nosotros nos gustaría ser bellos y distinguidos como aquellos a los que tales gracias envidiamos»

«Pero es un sutil arte económico del poeta no dejar que su héroe exprese en voz alta y sin residuo todos los motivos secretos que le mueven (…)».

Para poder penetrar tan hondo se ha necesitado del «sutil» lenguaje de Shakespeare, de su genio como poeta que rehúye una «expresión consciente» o «lenguaje directo», desviándonos con sus palabra «reflexión crítica» con el fin de mantener «nuestra identificación con el protagonista». O de otra manera, llevándonos con su «lenguaje indirecto» a lo más profundo de Ricardo, que viene a ser también lo más profundo en nosotros mismos.

Pero ello no quiere decir que la forma lo sea todo y que estemos de acuerdo con postura tan inhumana en el arte como la del «nouveau roman», la cual desea dejar en el olvido el alma del hombre y encarar un mundo vacío. Así lo pretende su máximo exponente, Robbe-Grillet, quien con toda la seriedad y objetividad del caso nos dice que se inclina a «la destitución de los viejos mitos de la profundidad», limitándose a la superficie «lisa, intacta, sin resplandor equívoco ni transparencia», y afirma el más absoluto formalismo en la literatura que parte del «grado cero de la escritura», proclamando por Roland Barthes —matemático y lingüista más que crítico literario—, a pesar de sus innegables aciertos lógicos y equilibradísimo talento.

El colmo del formalismo en Robbe-Grillet se manifiesta en la pregunta que se hace: «¿No podría adelantarse, por el contrario, que el verdadero escritor no tiene nada que decir…, que tiene solamente una manera de decirlo?…». Para lanzarse luego a la destrucción de la tradición y «partir de la nada, del polvo». Pero le falta el espíritu y el genio de los dadaístas y surrealistas que no olvidaron jamás el alma del hombre, sino fueron a lo más profundo de ella: su mundo inconsciente, manantial infinito de toda vida y creación.

margaritacarrera1@gmail.com

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