LA ERA DEL FAUNO
“Dé la milla extra” y otros abusos
La TGW, radioemisora del Estado, transmite el programa de un motivador de esos lanzallamas de mensajes que se ha dado en llamar “positivos” y son como galletas de la suerte: “Tú puedes”, “no te quejes”, “de ti depende”, “no culpes a los demás”.
Esos programas o conferencias tienen retazos de una psicología social occidental, entendida esta como la vertiente que usan las empresas para apaciguar a los alterados, embrujar a los sumisos y premiar a los obedientes. ¿Ha escuchado eso de dar la milla extra? Pues, eso. ¿Le dicen que es parte de la familia empresarial y le registran la bolsa cuando sale? Pues, eso. No se robe nada. Desconfiamos de su honradez. Usted no es un “socio”, es un potencial ladrón. Trabaje a lomo partido. Lo aplaudirán sus jefes.
El motivador, al que no voy a juzgar como persona porque desconozco si es un profesional o solo un charlatán que alcanzó un puesto en el gobierno, opera desde la radioemisora del Estado y eso es importante. Uno de estos días, dijo que Guatemala es un país con muchas diferencias. Puso como ejemplo, más o menos: “alguien quiere que el escudo nacional sea verde; otro, que sea amarillo. No se puede complacer a todos. Alguien debe tomar una decisión”.
Esos motivadores, al proponer ejemplos fáciles de una realidad compleja, subestiman al ser humano. Elevan tonterías a categoría de argumento sobre aspectos que quizá nadie negaría. Pues no se refutaría que frente a una diferencia de colores lo conveniente sería llegar a un acuerdo. Y si la mayoría eligió a quien tomará esa decisión, habrá que respetarla… Es decir, si a su presidente le crecieron orejas puntiagudas, debe aceptar la decisión popular… O si alguien dice que las hojas de los árboles son verdes, por lo tanto, no deberíamos pretender que le nazcan luces neón, será mediocre como argumento, pero aceptable por lo realista del enunciado. Si usted analiza algo sobre los árboles y la deforestación, le dirán que cese de soñar con que en el futuro darán luces neón.
El único interés del poder es preservarse. Disfraza sus intereses de moralidad, religión y optimismo enlatado. Así, limita la experiencia individual humana a ensayo moral de grupos. La conducta general es lo que rige y esta la dictamina el pastor, el cura, y, cómo no, el motivador que se ha vuelto ecuménico para recibir la venia de ambos. La moralidad es una celda. Cada barrote, una guía sobre cómo tiene que ser la vida. Los motivadores de la radio, televisión o los parques cauterizan heridas con labia. En nada son distintos al merolico que vende polvos contra la tuberculosis. Y la gente compra. De ahí que el gran sanador de heridas tuviera éxito en las urnas.
Esa clase de motivadores cumple una función muy triste. Son reminiscencia de un sectarismo en el que se invoca el nombre de Dios y se recurre a la obediencia. Son mediadores entre la masa y el Estado o las empresas, pues nada como un empleado que regala su milla extra y se pone la camisola. Además, el conforme no es rebelde, es culpable de vivir como lo hace. Si el entorno y la autoridad le provocan desesperación —y la desesperación tiene puerta de acceso a la rebeldía—, la poética de la motivación reprime: “usted es el responsable”, “no pida cambios, cambie usted”, “no exija, cumpla”, “respete a sus autoridades”.
En tanto, la oscuridad de cada cual continúa envasada. Aun cuando el cuerpo físico no se detenga, la razón está paralizada. El motivador arroja sus revelaciones sobre trozos humanos culpados por su situación. No solo es asunto de cambiar la estación de radio, es que se trata de la estatal.
@juanlemus9