LA ERA DEL FAUNO
Debates y planes
En la cultura que conozco, el estudiante que debate es tomado por necio; es una persona problemática que entorpece la fluidez de los puntos preestablecidos en el aula; más adelante, es el tipo visto como peligroso en las empresas.
En esa cultura, la sumisión es una virtud. El docente, por lo general, no admite ideas contrarias a las suyas. Estimula la discusión, pero con dosis de hipocresía porque en realidad intenta que los ríos de palabras confluyan hacia sus conocimientos estancados. Si un estudiante deja al descubierto la ignorancia o la poca preparación del docente, será recordado durante algún examen.
Sucede también en las universidades, colegios profesionales y otros gremios donde la disputa de ideas cede paso a la aceptación ciega y muda de lo que otros dicen, aunque se esté en desacuerdo, porque de ello depende el trabajo, el ascenso.
Cuando se tiene toda esa cultura de obediencia, a la hora de argumentar se suele ir hacia el otro extremo, el de la pelea con el ego herido. Aparecen la ironía, el sarcasmo, la sonrisa con los ojos inyectados de ira. Si son otros los que debaten, se espera que armen un circo para luego ir criticando por ahí que todo era eso, precisamente, un circo.
Los debates y foros, sin embargo, tienen una riqueza poco aprovechada, especialmente por los candidatos a la Presidencia del país. Pero no vengo a decir cómo se hace porque no es lo mío, como tampoco vengo a sumar culpas a los candidatos. Más bien creo que, a menudo, el público centra sus expectativas en asuntos superficiales como los gestos, el modo de saludar y hasta la forma como iban vestidos. Después vendrán los analistas a repetir, con sorprendente ligereza, que los contendientes fueron triviales por parejo. Analistas hay que atacan por condescendencia, porque es lo que se está haciendo por estos días. Achacan la insustancialidad de los contendientes, pero al mismo tiempo incurren en la crítica fácil a dos horas imposibles de profundizar. En este sentido, son como el crítico deportivo que ya sentado mira en cámara lenta los fenómenos y aporta un juicio de valor casi siempre malintencionado.
Creo que los debates son interesantes, pero se saca mejor provecho de ellos si se conocen antes los planes de gobierno. Así sea para que cada ciudadano concluya, según su lectura, que no sirven para nada, lo mejor es leerlos. En el caso de los actuales presidenciables, debo decir que aunque sea para que sus ideas sean despedazadas, Sandra Torres ha hecho público su plan. Jimmy Morales no tiene uno. Se lo he solicitado y no responde. La búsqueda en las redes conduce a su página de FB donde ofrece muchas cosas. Lo que lleva en la mano y muestra en los debates, según entiendo, es la Agenda K’atun 2032, creada en el 2014 por Conadur y Segeplán, la que promocionaba Otto Pérez cuando fue presidente.
Es lo que hay. Lo escrito en un plan vale tanto o más que lo predicado ante las cámaras. Lo mejor es leer y juzgar. Ya vendrá el momento de la fiscalización ciudadana. A Confucio se le atribuyen estas palabras: “Hay cosas que, quiérase o no, tienen que hacerse”.
@juanlemus9