Un derecho muy poco conocido
Los resultados esperados son los siguientes rechazos: el 87%, a la decisión de algún funcionario público a censurar las publicaciones que considere ofensivas. El 82% rechaza la regulación de los comentarios por las redes sociales. El 87% no está de acuerdo con la violencia y el 82%, con la injuria como forma de expresión. Estas respuestas encajan dentro de la lógica de quienes analizan los posibles resultados de mediciones de esa naturaleza.
Sin embargo, hay dos resultados que deben llamar la atención, porque causan cierta sorpresa. El primero indica que el 54% de los participantes en el sondeo creen que no hay libertad de prensa en Guatemala, un punto de vista que no es compartido por muchos de los analistas tanto nacionales como foráneos, talvez porque se recuerden de los tiempos en que el ejercicio de la libertad de expresión era símbolo de riesgo permanente para quien lo ejerciera, como lo comprueba la larga lista de periodistas asesinados durante el conflicto armado interno.
El segundo resultado novedoso indica que un 12% de los encuestados considera que los medios de comunicación siempre ofenden a los funcionarios públicos y sus familias; el 72% opina que lo hacen algunas veces, y el 16% cree que tal situación no ocurre nunca. Al comparar estas cifras con el 82% que rechaza a la injuria como forma de expresión contra este grupo mencionado, es fácil colegir que el público, aunque no aprueba la censura, tampoco está de acuerdo con una actitud que es definida en la pregunta hecha a los encuestados, como el agravio, el ultraje de palabra y de obra a estas personas.
Ciertamente, estamos refiriéndonos a los resultados de un sondeo, no de una encuesta, por lo que dichas cifras podrían tener algún cambio si se realiza una de estas otras mediciones. Pero a nuestro juicio, otorgan una visión panorámica que puede ser sumamente útil para posteriores análisis y decisiones que deben ser tomadas en el siempre interesante y necesario campo de la libertad de expresión y sobre todo cómo debe ser practicada, así como a quienes ejercen cualquier clase de mando político nacional o local, para evitar confusiones, malos entendidos y acciones equivocadas y, peor aún, caprichosas o veleidosas.
Indudablemente este tipo de mediciones son necesarias, y sus resultados, atendibles, y sobre cuyas opiniones se debe tomar nota. Es necesario profundizar en los temas sorprendentes, así como en la forma como el ciudadano común y corriente califica y reacciona ante la libre emisión del pensamiento, cuya comprensión correcta es un factor fundamental en los tiempos que corren y que todavía muy pocos comprenden.