CATALEJO
Diversos ataques contra la prensa
EL ALEVOSO ASESINATO de los periodistas Danilo López, de Prensa Libre; Federico Salazar, de Radio Nuevo Mundo; Giovanni Villatoro, de Servicable, quienes ejercían sus labores de prensa en Suchitepéquez, saca a luz el tema del peligro a la vida de los periodistas. Es el mismo riesgo posible para cualquier ciudadano, de cualquier profesión. Pero también obliga a analizar otras de las formas como la prensa puede ser silenciada, y de hecho lo ha sido en Guatemala a lo largo de mi carrera, cercana a las cinco décadas. En este artículo deseo hacer un recorrido por las maneras utilizadas, con el fin de evitar el conocimiento de la población de acciones ilegales, inmorales, corruptas o inconvenientes por motivos ideológicos.
DURANTE LA ÉPOCA del enfrentamiento armado interno, el asesinato de periodistas era considerada una acción válida tanto por el gobierno, en esos tiempos casi siempre militar, como por los grupos guerrilleros. Se crearon las afirmaciones de “periodistas de derecha” y “periodistas de izquierda”. Docenas quedaron muertos en el camino, literalmente. En esa época también cayeron políticos, abogados, universitarios, sindicalistas, campesinos, en fin, representantes de todos los sectores sociales, hombres y mujeres. Al terminar esos 36 años de violencia ideológicamente originada, la amnistía incluida en los acuerdos de paz echó tierra encima a cualquier posible investigación de tantos asesinatos, colocados en las páginas de una historia negra.
EN ESA ÉPOCA TAMBIÉN había casos de periodistas a quienes se les ofrecía “plata o plomo”. Recuerdo el caso de un colega, cuya decisión fue el exilio voluntario para no quedar aquí, vivo pero corrupto. Y supe de casos de gente de prensa muerta violentamente después de ofertas de “mejorar su nivel de vida”. Por su parte, la guerrilla tenía tácticas similares, con la diferencia de no ofrecer dinero a cambio. Como consecuencia de todo este tipo de acciones, aumentaron los casos de autocensura, de abandono de la profesión periodística guatemalteca, de salida del país para vivir —y a veces fallecer— en tierras lejanas y ajenas, donde en algunas ocasiones lograron carreras de cátedra universitaria o simplemente se dedicaron a otra cosa.
LA ETAPA POSCONFLICTO armado incrementó la corrupción de malos periodistas, pero por otro lado cimentó la de colegas dignos. La estrategia entonces se centró en atacar económicamente a los medios, sobre todo por personajes oscuros, intolerantes e incapaces de entender por qué a ellos mismos les conviene el periodismo independiente. El caso más claro fue el cierra de la excelente revista Crónica, víctima de la campaña personal del entonces presidente Álvaro Arzú, quien llegó al paroxismo de la rabia cuando en una primera plana salió con atuendo del rey francés Luis XV, en referencia a su mentalidad monárquico-absolutista, y comenzó a amenazar a los anunciantes con acciones gubernativas ilegales si no eliminaban los anuncios.
ACTUALMENTE, ES OTRA la estrategia: juicios contra los periodistas abiertos por burócratas a causa de su capricho, a pesar de que la propia Constitución es clara: no constituye delito alguno las acusaciones, o ningún señalamiento o calificativo contra funcionarios públicos. O sea: los intentos solo pueden tener fruto en un sistema legal al servicio de los gobernantes. Lo ocurrido en Mazatenango demuestra hasta dónde pueden llegar las acciones ilegales, por lo cual los burócratas, como el presidente del IGSS, empecinados en acusar a periodistas, solo tienen ahora el camino de abandonar esos juicios, por un simple motivo: el caso de Mazatenango ha despertado demasiada atención y no podrán lograr veredictos favorables para acciones ilegales.