EDITORIAL
Dura realidad de la crisis financiera
El Congreso de la República fue escenario de un evento histórico, cuando el presidente Jimmy Morales acudió en busca de recursos financieros urgentes. Esto implica la modificación de leyes para reestructurar el presupuesto vigente y, lo más importante, que se le permita cambiar los ingresos previstos mediante préstamos a cambio de una primera emisión de bonos por Q1 mil 600 millones, a fin de poder cubrir contingencias del primer cuatrimestre.
Fue histórica, por ser esta la primera vez que un mandatario se ve en la necesidad de acudir al Organismo Legislativo a solicitar fondos, lo cual no había ocurrido antes, por lo menos en los últimos cinco gobiernos, porque cada gobernante había tenido una aplanadora o una alianza aceitada para corregir tales desajustes con una simple llamada.
Pero la situación es distinta ahora, porque el oficialismo está prácticamente huérfano en esa instancia, ya que su bancada no solo es minoritaria, sino que ha tenido poco peso, mala negociación política y un difuso liderazgo en las decisiones que allí se toman, por lo que la figura de Jimmy Morales resultaba ser la más adecuada para pedir dinero.
Por otra parte, la presencia del presidente pone en evidencia la ruptura entre el jefe del Ejecutivo y los diputados de la agrupación FCN-Nación con los que llegó al poder. Desde la victoria electoral ha sido gradual la separación, evidente para muchos analistas y al mismo tiempo disimulada con el retiro de la mesa de negociación del presupuesto.
Es claro que el actual mandatario carece de operadores políticos en el Congreso, pues ni siquiera quienes lo llevaron al poder se enteran de sus propuestas. Por esto se originan quejas dentro del oficialismo, debido a que las gestiones fueron encaminadas directamente con el presidente del Congreso, importante miembro de la bancada UNE. Una clara evidencia del virtual cisma en el partido de gobierno, a causa de probables divergencias en las prioridades y la débil cohesión ideológica y programática.
Ni siquiera durante la gestión de Jorge Serrano Elías había sido tan abrumador el distanciamiento entre diputados oficialistas y el Gobierno central, por lo que el paso dado por Morales se constituye en su mejor respuesta a una crisis financiera que amenaza con paralizar al Estado, como acaba de suceder en varios hospitales públicos.
La actual coyuntura tiene un antecedente causal, protagonizado también por el mismo mandatario, quien cuando el proyecto de presupuesto estaba en discusión, adujo en forma clara que confiaba en el Congreso para esa aprobación e incluso había solicitado un monto menor al aprobado.
Aunque el presidente Morales afirmó ayer que con esta solicitud no pretende modificar el actual techo presupuestario, también debería reconocer las necesidades y vicisitudes que con toda seguridad afrontará durante los próximos meses. La recaudación es otra seria debilidad estatal, y tampoco existe una propuesta para reestructurar la SAT. El mandatario ya ha tenido suficientes insumos para constatar que la política en campaña es diferente a la realidad de un Estado en grave crisis estructural.