EDITORIAL

Promesa amenazada

Brenda Cetino

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En un logro sin precedentes, un deportista guatemalteco pone en lo más alto el nombre de Guatemala con dos medallas mundiales de oro. Es una promesa de presea olímpica el próximo año en París, pero ello se ve bloqueado por la gazuza de una gavilla de allegados al oficialismo que siguen detentando la directiva del comité olímpico guatemalteco, así con minúsculas, porque está suspendido por el Comité Olímpico Internacional desde hace 10 meses y medio.

El empecinamiento por apoderarse de los recursos económicos del deporte y un fallo lesivo de la Corte de Constitucionalidad lograron esta exclusión que afecta a cientos de deportistas. Magistrados de la CC afines al oficialismo impidieron en 2022 la homologación de estatutos del COG requerida para cumplir con estándares internacionales.

Faberson Bonilla, un atleta de 18 años originario de Lívingston, Izabal, ganó ayer una segunda medalla de oro en el Campeonato Mundial de Patinaje, en Italia. El guatemalteco derrotó al anterior mejor patinador del mundo en la vertiginosa prueba de los cien metros.

Aquí se identifica otro contrasentido que debería ser corregido. Bonilla proviene de un municipio pobre, de conocido potencial turístico pero en el cual no hay mayor inversión gubernamental en este rubro ni en el deporte. No hay instalaciones de calidad en el área, a pesar de que la historia demuestra que Izabal es una cantera de talentos polideportivos. La inversión es misérrima y la visión, miope.

En la Ciudad de los Deportes cumplió 50 años el gimnasio de voleibol 7 de Diciembre. Muy poco ha cambiado en medio siglo. No existe ningún espacio alterno para este deporte. Ni qué decir del vecino Gimnasio Nacional Teodoro Palacios Flores, que sigue anclado a la década de 1970. Por cierto, el atleta Teodoro Palacios también era originario de Izabal, impuso en 1960 una marca de salto alto que pasó cuatro décadas invicta y aún así afrontó sus padecimientos de vejez prácticamente en la pobreza.

Mientras tanto, directivos de las federaciones y sus allegados viajan a cuerpo de reyes a las competencias internacionales, gozan de abundantes viáticos y de un aparato burocrático al gusto, a costa del erario y también del esfuerzo, sudor y sacrificios de los jóvenes deportistas. Esto es un insulto a las promesas del deporte, porque existen aún departamentos sin pistas de atletismo. La centralización excesiva se torna en barrera y exclusión.

No debería llegar el 15 de octubre sin que las actuales “autoridades” olímpicas renuncien a los cargos que obtuvieron, para permitir una nueva elección según los requerimientos de transparencia del COI y que Guatemala compita oficialmente. ¿Tan difícil es entenderlo? Si persisten en aferrarse a los cargos podría venir una sanción peor: la desafiliación. La CC debería respetar el mandato que posee, dar luz verde a los estatutos y con ello dar preeminencia a los tratados internacionales en materia de derechos humano, porque al fin y al cabo la práctica del deporte también es un derecho humano. Además, todo guatemalteco tiene derecho a una nacionalidad, y seleccionados como Bonilla están privados de portar la bandera nacional en competiciones olímpicas. Eso sí es anticonstitucional.

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