PLUMA INVITADA
Se necesitan ciudadanos honrados e íntegros
El 2016 presenta un reto de convivencia sociopolítica económica y cultural para los guatemaltecos, en donde todos debemos trabajar intensamente para lograr el beneficio de una convivencia democrática, en donde mejoremos las condiciones de vida y evitar practicar la envida, la difamación, el rencor, el odio, la violencia, la soberbia, la corrupción y la explotación.
El inicio de un nuevo ciclo nos invita a hacer bien lo que nos corresponde hacer: ser buen hijo, buen padre, buen servidor público, buen guía espiritual, buena madre, buen estudiante, buen deportista, buen piloto, buen alcalde, buen gobernador, buen presidente, buen comerciante, buen banquero, buen maestro, buen ministro, buen diputado, buen empresario; es decir, buen ciudadano, pretendiendo ser muy bueno y excelente si es posible, queriendo hacer con calidad total lo que nos corresponde, porque esta patria lo necesita hoy más que nunca.
Tenemos la obligación de cuidar nuestros recursos para evitar el calentamiento global, el cambio climático, el deterioro de la capa de ozono, el exterminio de nuestro planeta, la contaminación del agua, el aire, la tierra, el ambiente, y trabajar para que el estereotipo destructor no justifique la conducta aceptada por la mayoría como patrón o modelo de cualidades que comparten los individuos de una misma comunidad social para depredar el planeta.
La pobreza extrema la observamos cada día en el área urbana, no digamos en el área rural; vale la pena invertir tiempo y recursos en investigaciones, poniendo a pensar a los técnicos y científicos en el tema para crear estrategias que permitan tomar acciones concretas que minimicen el problema.
La desnutrición crónica y severa es un flagelo social que no hemos podido minimizar, a pesar de la inversión hecha en programas asistencialistas que han fomentado el paternalismo.
Está demostrado que la calidad educativa que reflejan los resultados de la evaluación diagnóstica que aplica el Mineduc, no demuestra que hayan mejorado los indicadores, argumentando que no hay recursos financieros. Pero… ¡que hay, hay! Los invito a hacer la sumatoria de los esfuerzos financieros de todos los programas de instituciones internacionales (Unicef, Usaid, GYZ, Plan Internacional, Unesco, entre otras); préstamos del BID, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, instituciones nacionales (iglesias, comercio, explotación minera, municipalidades, y más). Es seguro que los recursos existen, pero es importante poner a funcionar un plan de coordinación sobre la implementación de programas con estrategias bien definidas para mejorar la inversión y así atender la demanda social.
El analfabetismo es otro flagelo que campea y que agobia la ignorancia de miles de guatemaltecos, porque el mal llamado alfabeto es un concepto que no llena la expectativa de ser funcional y reflexivo para poder interpretar lo que lee, para apropiarse de sus derechos y obligaciones como ciudadano, razón por la cual los poderosos mantienen silenciada y oprimida a la ciudadanía, que es presa para ser manipulada y alienada, perdiendo su libertad de pensar, de razonar y tener conciencia de que el trabajo de todos hace grande a un país.
Este año tenemos que cambiar, el momento es propicio para convertirnos y poder trabajar en beneficio de todos. ¡Vamos, Guatemala! Que Dios anide en nuestro corazón para cambiar y que todos podamos encontrar la paz y el bienestar. El pueblo ya sabe las debilidades del Estado y también visualiza las amenazas. Como ciudadanos, vale imponernos retos para colaborar a refundarlo; 15 millones de gotas de coraje rebalsarán el recipiente de la solidaridad, para erradicar la violencia y la corrupción y así hacer grande a nuestro país.
No más paternalismo, no más asistencialismo. Pero, ¡por Dios!, que haya un sistema educativo que promueva la creatividad y, sobre todo, que prepare al recurso humano a producir. ¡Todos a producir!