El periodismo en este mundo actual

El periodismo escrito conoció dos representantes de gran importancia en diversas etapas históricas. Los movimientos preindependentistas tuvieron los periódicos El Editor Constitucional y El Amigo de la Patria. La Revolución Liberal permitió al principio más libertad en la difusión del pensamiento, y en 1885 nació el Diario de Centro América, que posteriormente se convirtió en el periódico oficial del Estado. La segunda década del siglo pasado atestiguó el nacimiento de El Imparcial, que se mantuvo por seis décadas, así como el aún existente La Hora.

Como resultado de la Revolución de Octubre de 1944 aumentó la libertad de expresión, con el resultado del nacimiento de varios diarios, entre ellos Prensa Libre, en 1951. Esta libertad se mantuvo con altibajos, hasta que en 1986 la promulgación de la actual Carta Magna afianzó el proceso que en estos momentos convierte a Guatemala en un país donde la prensa escrita, radial y televisada goza de mejor salud, lo que no significa que no haya tenido etapas riesgosas o que hayan desaparecido.

Por infortunio, se cuentan por docenas los periodistas que murieron, fueron secuestrados o debieron salir al exilio como consecuencia directa o indirecta del conflicto armado interno que asoló a Guatemala por 36 años.

En la actualidad, la prensa de opinión sobresale como una fuente de puntos de vista, muchas veces muy encontrados, escritos por personas de criterios diametralmente opuestos. Las secciones informativas cumplen de manera satisfactoria con su tarea, lo cual por supuesto no significa que en algunos casos no haya equivocaciones, pero que en la mayoría de veces ese trabajo periodístico solo busca que los ciudadanos se enteren de interioridades de las acciones y decisiones de los funcionarios y de los políticos.

El precio de la práctica de la libertad de expresión es la constante vigilancia del accionar de las fuentes de poder, en especial las políticas. La manera de intentar el control de lo que se publica o deja de publicarse ha pasado de las amenazas a la vida de los periodistas y columnistas al empleo de subterfugios legales para utilizar al sistema jurídico del país como una forma de mordaza, y eso también es deplorable.

La principal razón por la que tales acciones son inútiles se debe a que la actual tecnología de comunicación de hecho imposibilita el control de lo que a ciertos sectores no les conviene que se sepa: cada ciudadano, con el simple hecho de tener un teléfono, tiene en sus manos una cámara de fotos o de filmaciones que, literalmente, pueden ir al mundo entero en segundos. Por ello, al periodismo será imposible controlarlo, porque de hecho es algo inherente a los ciudadanos.

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