CATALEJO
El triunfo traerá cambios difíciles
DENTRO DE EXACTAmente dos meses, equivalentes a 63 días, los guatemaltecos irán a las urnas para escoger a los nuevos gobernantes. Lo más posible, por la tradición, el resultado obligará a una segunda vuelta entre quienes ocupen el primero y segundo lugar. Existe en teoría la posibilidad de un triunfo en la primera vuelta, pero es demasiado difícil. Las circunstancias de las últimas semanas han afianzado la desconfianza en los partidos políticos y en los candidatos, y por ello la muy posible disminución del número de votantes afectará por igual, en proporción, a todos los aspirantes a la presidencia. El segundo domingo de noviembre alguien triunfará y dará comienzo así al proceso de un nuevo gobierno a partir del 14 de enero.
ESE NUEVO GObierno se encontrará con una realidad muy distinta a las de sus seis antecesores. No me refiero solo a los aspectos económico-sociales, al aumento de la población y al incremento de las actividades del narcotráfico y el crimen organizado. El cambio se manifestará sobre todo en la forma cómo los ciudadanos aprovecharán las ventajas de la comunicación instantánea para comunicarse entre sí y para informarse de las acciones ocurridas en el ámbito gubernativo, especialmente, pero también en las diversas expresiones de la actividad ciudadana. Los guatemaltecos despertaron a causa, irónicamente, de uno de los actos de corrupción más burdos, como lo fue el negocio de la pócima mágica para curar el lago de Amatitlán.
LOS COMICIOS PRÓXImos, dice un amigo, pueden ser denominados “la elección perdida”. Ello se debe, según su criterio —el cual comparto— al hecho de responder a los mismos yerros, a las mismas disposiciones ahora ya evidentemente convertidas en fuente para la destrucción de la democracia, como consecuencia del largo pero imparable proceso de descomposición de la actividad de los políticos. A mí me gusta más el calificativo de “la elección de la oportunidad desperdiciada”, porque haberse aferrado a legalismos, a la forma, en vez de analizar el fondo y la necesidad de rescatar a la democracia, tendrá como único resultado un régimen, no importa quién sea el triunfador, con iguales o peores abusos y toda clase de burla a las leyes.
LA PRESENCIA POPULAR por once semanas de grupos ciudadanos en el parque central, tiene una importancia mucho más allá del simple conteo. La más reciente, el sábado, fue formada por personas dispuestas a manifestarse de noche y con candelas encendidas con patrio ardimiento, como expresa el himno nacional tantas veces cantado. El movimiento ha tenido triunfo, no solo porque fue el resultado genuino de la voluntad de miles de ciudadanos, sino porque el mensaje quedó claro dentro y fuera del país. Pienso en el ejemplo de cuando en los tiempos antiguos la lanza quedaba clavada en el campo donde luego se realizaría la batalla. La colocaba un solo hombre, pero el mensaje era compartido por la totalidad de los guerreros.
EL RECHAZO NO ES SOLO al Organismo Ejecutivo, sino al Judicial y Legislativo. El “basta de tanta corrupción”, se oye, se siente, se manifiesta. Y lo seguirá haciendo durante el próximo gobierno, mientras este no cumpla con el clamor popular de realizar cambios a la ley electoral, simples o complicados y fundamentales. El constante descubrimiento de corrupción en todos los entes estatales y por las razones más variadas, a veces burdas y a veces ingeniosas, tiene el elemento positivo adicional de señalar el camino para combatir a los corruptos. Los financistas, los casos de nepotismo, las plazas fantasmas, los asesores, etcétera, ya no la tendrán fácil, porque se cumplirá el dicho: el precio de la democracia es la vigilancia constante.