EDITORIAL
El tsunami de los Papeles de Panamá
Todo el mundo, literalmente, se mantiene bajo el estupor de las revelaciones de los llamados Papeles de Panamá, porque se trata de la mayor filtración de la historia: once millones de documentos, seis jefes y seis ex jefes de Estado, 128 dirigentes políticos, 500 bancos internacionales vinculados, 14 mil sociedades o bufetes y 214 mil 488 sociedades offshore, durante 40 años. Se logró establecer, gracias también al mayor esfuerzo de periodismo investigativo efectuado hasta ahora: 370 reporteros de 109 medios de comunicación, en 26 idiomas, de 76 países.
La inmensa cantidad de material que debe ser investigado significa que si se lograra aclarar la situación de mil sociedades diarias, el trabajo estaría completado en alrededor de año y medio. La sociedad humana actual se debe enfrentar entonces a un proceso no solo sin precedentes, sino además necesitado de decisiones también tomadas por primera vez, sobre las cuales es muy difícil hacer predicciones.
La gravedad de lo descubierto por la Prensa, como institución, demuestra una vez más las enormes ventajas de la libertad de investigación para publicar sus resultados en los medios independientes. Es una nueva y clara explicación de por qué se cuentan por miles los políticos opuestos a tal libertad, así como aquellas personas deseosas de ocultar fortunas mal habidas o logradas con base en decisiones cuestionables, como la sistemática evasión de impuestos, lo cual constituye una abrumadora mayoría de los casos.
No debe causar sorpresa alguna que haya sociedades fundadas por guatemaltecos o extranjeros residentes en el país, por lo cual muchos se encontrarán ahora sumidos en preocupaciones. Lo que sí se debe exigir es que Guatemala, tanto en su sector público como en el privado, colabore en todo con las investigaciones internacionales ya iniciadas. En el caso específico del secreto bancario, la reacción generalizada en este territorio será apoyar su eliminación y la creación de mecanismos para regular las razones por las cuales esa clase de información se pueda dar a conocer.
Lo ocurrido afectará la imagen del sistema financiero de Panamá. Otro efecto imparable es la satanización de las operaciones offshore, que no necesariamente se llenan de dinero mal habido. Se debe señalar que la mejor comparación con esas empresas es que no necesariamente todas tienen mal origen e intención, pero todas las que presentan estas dos últimas características utilizan perversamente figuras como los fideicomisos, que se convierten en una forma de evadir control de gastos cuando son integradas con fondos públicos. Son ejemplo de ello municipalidades como la de la capital.
Las offshore tienen un mal origen y objetivo cuando quienes las crean son políticos o tienen relación con estos. En esas condiciones no debe haber ninguna duda. En resumen, la comparación con el tsunami se justifica porque se origina en un terremoto fuerte y sus efectos se pueden predecir, así como las áreas a donde llegarán las aguas. Su impacto es devastador e indetenible, aunque predecible. Al final del túnel aparecerán los cuestionamientos éticos, que se constituyen en los jueces más severos.