IDEAS
Esos votantes que no entienden
Es interesante cómo algunos procesos electorales hacen que mucha gente que se autodenomina “demócrata” saque su verdadero espíritu autocrático cuando “la gente” no vota como ellos creen que deberían votar. El caso de esta semana en Colombia es solo el más reciente, pero no el único en donde ese tipo de incoherencias afloran. Para todos los incoherentes, esta debiera ser una razón más para apoyar el concepto de la república versus la democracia, solo que generalmente no lo harán porque eso les limitaría lo que creen que podrían hacer cuando lleguen al poder.
La diferencia principal es que en una verdadera república ni siquiera la mayoría puede pasar sobre los derechos de los demás. Precisamente porque las personas pueden votar en cualquier sentido es que se vuelve más crítico que nadie tenga la opción de violar los derechos de ninguna persona a través de un proceso electoral. Si no se tiene esa limitación, piedra angular del concepto de república, puede darse la posibilidad de que en algún momento se someta a votación la violación de los derechos de alguna persona o grupo de personas y la mayoría de los votantes apruebe que esto se haga así.
En procesos como este de Colombia se ve cómo muchos, aunque digan que son muy “demócratas”, resulta que lo son solo cuando los votantes optan por la opción que ellos promueven, o lo que es lo mismo, dejan que la gente decida pero solo cuando escogen la misma opción que ellos. En este caso, este grupo, por lo visto, apoyaba el que se aprobaran los acuerdos de paz en la forma que fueron redactados y cuando la ciudadanía dijo que no, se rasgaron las vestiduras y no podían creer que los votantes pudiesen “despreciar la paz”. ¿Y por qué no? ¿Acaso no es la ciudadanía en quien reside la “soberanía”? ¿Acaso no es “el pueblo” quien debe decidir en última instancia? ¿O lo que pasa es que aunque digan defender a “las mayorías” en realidad no confían en las decisiones que esa mayoría pueda tomar?
Generalmente estas personas, al final, lo único que buscan es hacer su voluntad y “disfrazarlo” como que tienen el apoyo y consentimiento de la ciudadanía. Para ello, cuando hay un revés como este, lo que buscan es cómo volver a presentar la propuesta hasta lograr que la mayoría vote por su opción. En ese momento, cuando la gente finalmente vota como ellos quieren, dejan estar el tema porque ya lograron su verdadero objetivo, darle la imagen de “democrática” a la decisión que ellos querían imponer.
En realidad, no les importa ni tienen respeto a la soberanía de los ciudadanos. Lo único que les interesa es lograr sus fines y cubrirlos con el manto de la “democracia” para justificarlo. Cuando la ciudadanía no se comporta como ellos quieren, rápido salen a criticarlos, resaltando lo que en realidad creen sobre los demás: la gente es tonta y no sabe lo que le conviene, pero “ellos” sí saben lo que es mejor para la gente y por eso es que los votantes debieran apoyar las propuestas que ellos les hacen. Es en estos casos donde sale a relucir lo que realmente tienen en su corazón: el autoritarismo, creyéndose que son mejores y más inteligentes que los demás, y por tanto sus propuestas se deben imponer sobre todos.
Nuevamente, el sistema de sufragio universal debe ser solamente una herramienta dentro de un sistema republicano donde se respeten los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos y que ni aún la mayoría, por grande que sea, pueda pasar por encima de la minoría más pequeña: el individuo.