MIRADOR

Excusas, malditas excusas

Antes de venir a Guatemala recuerdo que un amigo, de visita por Madrid, me explicó la expresión chapina: “fíjese qué”, que nunca antes había escuchado. Decía Álvaro, con humor, que tal locución se podía traducir por “dese por jodido” e introducía, invariablemente, la excusa de algo que no se había hecho. Cuando vine, entendí perfectamente el sentido acantinflado del modismo y descubrí otra que extiende la paciencia hasta el infinito y mas allá, al mejor estilo Buzz Lightyear, porque la inmediatez puede denominarse “ahora”, si ocurre en unos días, “ahorita” si sucede en el transcurso del día o “ahoritita” si es inminentemente ¡El tiempo chapín y sus cosas!

Esa particular filosofía del tiempo sustenta el discurso de algunos cuando dicen: “podemos resolver las cosas solos”, algo que aplaudo y animo a cambiar por: “debemos resolverlas solos”. Sin embargo, los hechos —que matan cualquier intención— evidencian que, simplemente, no cambiamos lo más mínimo. Si analizamos los últimos 20 años, observamos que tenemos las mismas malas carreteras, idéntica salud cara y nefasta, educación muy deficiente, marcos legales amañados, reforma fiscal inexistente o leyes, como la de servicio civil, sin implementarse. El PIB sigue atorado en torno al 3% anual, el crecimiento económico no se ve más allá de algunos sectores y necesitamos fideicomisos porque el café no es competitivo, el azúcar tampoco y el hule no digamos. Repetimos ciclos sin avanzar, pero cuando alguien viene y lo hace notar le contestamos, con orgullo nacional: “nosotros podemos hacerlo solos”, y arrogantemente nos amarramos a la soberanía, al nacionalismo o entonamos el himno nacional.

' El “fíjese qué” seguirá en boca de quienes no están dispuestos a dar un paso adelante y salir de su zona de confort.

Pedro Trujillo

En estos pasados años, Cicig/MP han “construido” un enorme espejo en el que todos nos hemos ido viendo reflejados y de esa forzada catarsis se deriva la escalada creciente de confrontación. Al principio acusaron a políticos inescrupulosos que rechazamos mayoritariamente, pero a medida que pasaba el tiempo, comenzamos a ver como aparecían amigos, conocidos, familiares e imaginamos que nosotros podíamos asomar en cualquier momento, y nos dio miedo, mucho miedo. Decidimos entonces romper el espejo por aquello de “ojos que no ven corazón que no siente” o por enojo similar al de la madrastra de Blancanieves cuando nos cuestionó que ya no éramos los más “bellos” como tradicionalmente ocurría.

Sin duda cambiaremos, porque estamos metidos en una dinámica imparable que terminará por reconfigurar el orden nacional, aunque sea a esa velocidad impredecible del tiempo chapín. Sin embargo, observo con asombro a quienes jalean para que salgan los extranjeros porque las cosas se pueden hacer sin ellos, aunque hasta el presidente, cuando quiere sustentar esa teoría, se apoya en senadores norteamericanos que se expresan en inglés, sube a la tarima presidencial a un ruso condenado por delincuente en dos juicios o se apoya en los canales televisivos de un foráneo ¡Oh, maravilla!

Esto no va a cambiar ni ahora, ni ahorita ni ahoritita. El “fíjese qué” seguirá en boca de quienes no están dispuestos a dar un paso adelante y salir de su zona de confort, y dentro de 10 o 20 años continuaremos quejándonos de este prefabricado país de las maravillas porque seguirá estancado en un túnel del tiempo medieval.

Pregúntese: ¿Por qué no hemos cambiado si siempre “nosotros” hemos hecho las cosas? ¿Cuántos planes tenemos para cambiar? ¿Qué reformas se emprenderán mañana o el año próximo? ¿Cuándo comenzamos ese cambio? ¿Qué nuevos proyectos políticos cuentan con propuestas para el cambio? ¿Qué liderazgo se pondrá al frente? ¡Ninguno, simplemente, ninguno!, porque en el fondo demasiados estamos bien como estamos.

ESCRITO POR:

Pedro Trujillo

Doctor en Paz y Seguridad Internacional. Profesor universitario y analista en medios de comunicación sobre temas de política, relaciones internacionales y seguridad y defensa.

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