EDITORIAL
Exigencia absurda y comprometedora
Es del conocimiento público que muchos de los diputados, en especial quienes perdieron su curul en los comicios del 6 de septiembre, quieren ahora presionar al presidente Alejandro Maldonado para lograr algún beneficio a cambio de elegir de entre la terna propuesta por él a quien ocupará la Vicepresidencia de la República. Esta es una última prueba de la forma ilegal e incorrecta como ha funcionado ese organismo desde hace años, en base de negociaciones turbias e inconvenientes para el país.
El presidente Maldonado actuó en una posición no solo explicable, sino correcta y de acuerdo con las condiciones legales, al declarar que no tiene a ningún preferido entre la terna. Con eso cerró la puerta a cualquier tipo de negociación, que de todos modos no tiene justificación alguna. Además dio a entender que en el pasado reciente las decisiones del Congreso —y de hecho de los otros dos poderes estatales— han sido el resultado de contubernios oscuros y vergonzosos.
Los diputados se han negado a asistir al pleno para cumplir con la obligación legal de elegir al vicepresidente, en un acto de irresponsabilidad que impide al gobernante ausentarse del país, e innecesariamente abre un riesgo sobre qué hacer en caso de una ausencia por largo tiempo de quien llegó al cargo como consecuencia de la renuncia de Otto Pérez Molina. A causa de esto podría verse imposibilitado de presentarse en la sede de la Organización de Naciones Unidas, donde ahora el nombre de Guatemala pasa por un buen momento, gracias a las protestas en contra de la corrupción.
La imposibilidad de cumplir con ese requisito legal también puede interpretarse como una actitud de despecho, que se torna en una especie de venganza de parte de los diputados que ya no integrarán el Congreso. Demuestra, además, que a causa de la falta de verdaderos partidos políticos, quienes son llamados a participar en las elecciones para diputados no tienen, en la mayoría de los casos, ninguna capacidad ni sentido de respeto hacia la historia, y tampoco hacia la forma como es percibido el país fuera de las fronteras, a través de la cobertura periodística, tanto local como foránea.
El Legislativo debe elegir hoy mismo a un nuevo vicepresidente. No hacerlo puede ser motivo de manifestaciones públicas similares a las que se llevaron a cabo previo al final de la presidencia anterior, pero también hará que quienes no lleguen al pleno sean corresponsables de cualquier problema adicional ocasionado por su negativa a cumplir con su deber, salvo que mezquinos intereses motiven sus actuaciones. En todo caso solo acrecentarán el repudio popular hacia ellos.