EDITORIAL
Experiencias de gran utilidad
Durante la corta visita a Guatemala del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, volvieron a aflorar muchos de los nexos que unen a estas dos naciones y hacen vislumbrar un futuro de mayor acercamiento en lo económico, lo social, lo político y, sobre todo, en materia de seguridad, uno de los puntos en común de ambas sociedades.
Un colombiano, cuando llegó a Guatemala hace un tiempo, decía que nuestro país debía hacer mucho para combatir las diversas expresiones del crimen, principalmente a las de mayor organización, porque tanto en su país como en el nuestro habían infiltrado muchas de las estructuras del Estado. Ese colombiano es Iván Velásquez, que tanto en su tierra natal como en la nuestra ha tenido la certeza de sus afirmaciones.
Ayer, el presidente Santos también recordó que nuestros países tienen mucho camino por desarrollar en materia de cooperación económica, pero hizo memoria de los momentos más aciagos que vivió su nación, cuando el crimen organizado se había apoderado de muchos cargos de gran relevancia en el aparato público, lo que a ese país le ha costado superar, pero se ha logrado en mucho gracias al esfuerzo de los colombianos.
Guatemala apenas ha iniciado ese andar. Obviamente, por existir interés por parte de nuestras autoridades se puede aprender mucho de Colombia, que no ha dudado en ofrecer su colaboración, capacitando ya a miles de profesionales, sobre todo en el área de seguridad, donde más vulnerabilidades se presentan.
La experiencia de los colombianos en materia de criminalidad es uno de los mejores aportes que alguna sociedad puede recibir, esencialmente porque su experiencia pasa por librar al mismo tiempo uno de los conflictos armados más añejos del mundo, una batalla encarnizada contra los grupos de narcotraficantes y una corrupción desbordada, que puso al sistema de justicia al borde del colapso.
Hoy, ese país ha emprendido una de las más férreas batallas por depurar a muchas de sus instituciones. Se cuentan por miles los funcionarios que han sido destituidos y encarcelados, pero quizá el más relevante de los esfuerzos gubernamentales que inició la administración de Santos es la búsqueda de una salida pacífica al conflicto armado.
Esa búsqueda de la paz no ha sido fácil para el mandatario, y aun en su propio país libra una fuerte oposición, porque sin duda el afán de protagonismo ha provocado en algunos sectores que se muestren en contra de cualquier acuerdo de paz. Eso indudablemente también cederá, cuando la mayoría de la población se convenza de las ventajas de callar las armas.
Ciertamente, Guatemala ya pasó por esa etapa y quizá algo se le pueda aportar a los colombianos, que nos llevan mucho trecho en otras áreas y por eso tal vez no vivan el calvario que viven miles de guatemaltecos en la posguerra, pues la violencia y la inseguridad han llegado a convertirse en una de las primordiales preocupaciones cotidianas que los acuerdos de paz no llegaron a vislumbrar con total certeza.