EDITORIAL

Falsos rumores de cambio en la Cicig

Desde hace varias semanas se comentaba en voz baja sobre una posibilidad de cambio en la cúpula de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Los rumores, como lo confirma y desmiente en nuestra edición de ayer el comisionado Iván Velásquez, apuntaban a una grave enfermedad del funcionario de la ONU.

Es un hecho que la figura y accionar del comisionado Velásquez no es objeto de admiración para todos. Sus logros han permitido desenmascarar una parte de la red de corrupción que tiene cautivo al Gobierno, tanto desde su interior como desde otros sectores de la sociedad. Tan importante ha sido su gestión que los tribunales de justicia mantienen en prisión al exgobernante Otto Pérez, a la ex vicepresidenta Roxanna Baldetti y a una significativa cantidad de funcionarios de diversos rangos, todo con el apoyo de una investigación vigorosa y el acompañamiento de la sociedad civil.

Pero los logros del comisionado han causado profundo resquemor en estructuras aún intactas de corrupción. Es innegable el temor que este funcionario y la justicia infunden en una importante parte de esos grupos acostumbrados a ejercer el poder sobre el Gobierno y la sociedad, y esa es una razón del incremento de la “guerra psicológica” que Velásquez denunció ayer.

Claramente, los problemas del país están todavía muy lejos de terminar porque los logros de la Cicig solo han alcanzado a una pequeña porción del problema real. La baja recaudación en las aduanas, por ejemplo, evidencia que hay muchos más protagonistas de la corrupción además de quienes ahora están encarcelados por el caso La Línea. De hecho, no solo hay menos captación de impuestos, sino que el contrabando parece haberse exacerbado a niveles incalculables, pues el flujo de barcos de carga y contenedores no ha cesado y los impuestos no reflejan aumento.

Los hechos más visibles han hablado hasta ahora muy bien de Velásquez y sus colaboradores. Esa es la mejor defensa y justificación que tiene su trabajo, así que no habrá ninguna campaña psicológica que erosione su misión en tanto su labor siga adelante, denunciando a quienes desde el poder invisible siguen influyendo y acorralando al sistema de justicia.

Hay premoniciones oscuras en el campo de los rumores para la Cicig. No es nuevo, porque esos mismos corifeos habían pronosticado hace ya meses la cancelación de ese cuerpo investigativo multinacional. Se dijo también que la justicia nacional se opondría al proyecto y hasta se afirmó que el comisionado se perdería en la parafernalia política como ocurrió a sus antecesores.

Lo mejor de esta situación es que ni Velásquez ni su equipo parecen estar rendidos ni en riesgo. Serán sus logros los que definirán su posición, porque tal y como se ha dicho en más de una oportunidad, no será capturando a individuos de protagonismo secundario como se prestigiará el trabajo de esa misión, sino en la medida en que el peso de sus perseguidos sea mayor, tal y como lo ha evidenciado este inimaginable, impredecible e inesperado año, digno de toda una novela de ficción política.

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